por Armando Añel
Ahora algunos pretenden enturbiar el alcance de la marcha del pasado jueves en Miami, en apoyo a las Damas de Blanco y por la liberación de los presos políticos cubanos, agitando la foto de Luis Posada Carriles, entre los participantes, como una bandera.
Como si Posada no fuera un ciudadano más con todos los derechos de movimiento, reunión y expresión que esa condición acarrea en una sociedad abierta.
Otra cosa es si ahora mismo Posada Carriles tiene limitados, por mandato judicial, sus desplazamientos, y en qué medida. No manejo en profundidad esos detalles. Pero si Posada tiene problemas con la justicia norteamericana, esa es cuestión intrínsecamente legal, jurídica, de procedimiento. Nada que ver con una marcha dirigida a sensibilizar a la opinión pública con la situación de los derechos humanos en Cuba. Posada estuvo allí como un participante más, sin protagonismo ni capacidad de influencia, bajo su entera responsabilidad. ¿O es que alguien pretende que los coordinadores estaban obligados a darle, sobre la marcha, un mitin de repudio, por el estilo de los que el castrismo organiza en la Isla?
Hay demasiada gente que escapó del totalitarismo, pero se lo llevó consigo. Y por supuesto, ni hablar de los amanuenses dentro de Cuba. Todos ellos, los aguafiestas de siempre, los hipercríticos, los desenfocados, insisten en enfocar su lupa sobre el diminuto punto de ceniza que dejara la vela, tras ser apagada, sobre el blanco del cake. Pero nada que hacer. La marcha fue un rotundo éxito, y va a traer mucha cola.