P. Según la opinión de algunos comentaristas de Cuba Inglesa , ésta fomentaba el espíritu anárquico del choteo cubano, algo que está totalmente reñido con la cultura inglesa, pues la misma, en sus formas más relajadas de conducta humana, preserva un nivel de civismo que no llega a desestabilizar el funcionamiento de una sociedad democrática. ¿Qué opinas al respecto?
R. Te refieres no a Cuba Inglesa (CI) editorialmente hablando, sino a su foro público (sección de comentarios), que no era editado por nosotros. Y no es exactamente que ese espacio fomentara el espíritu anárquico del choteo cubano, en ningún momento CI dio señales de estimular los comportamientos extremos (todo lo contrario, incluso colgamos posts pidiendo sosiego y sentido común), sino más bien que lo reflejaba, que actuaba como una especie de espejo. Creo que esto tenía su costado constructivo, socialmente útil, en el sentido de que ponía sobre el tapete nuestra realidad concreta, sin afeites ni medias tintas. “Esto es lo que hay”, y a partir de lo que hay eventualmente se puede trabajar con más eficiencia, en una reforma o modernización, que a partir de la negación de lo que hay o de la ilusión de lo que hay, que en definitiva es lo que No hay.
También, por supuesto, dicho foro público sin moderación tenía su lado oscuro. Como mismo, pongamos, podía desenmascarar a un buscapleitos de la farándula cultural cubana e indirectamente empujarlo a una evolución --porque nada que sea difícil es imposible—, podía servir de escenario para campañitas de descrédito montadas sobre bases oportunistas. Varios colaboradores de CI fueron víctimas de campañitas de este tipo –yo mismo fui víctima—, desarrolladas, generalmente, por gente que no se atrevía a dar la cara. Eso tiene la libertad en estado puro, que es un poco como la selva: nadie te regula, pero tampoco nadie te protege. Hay animales que prefieren el zoológico, donde hallan la protección que buscan. Esto nos lleva a una pregunta intermedia: ¿Es viable socialmente un estado de convivencia a medio camino entre la selva y el zoológico?
Yo siempre repito el lugar común: todo en esta vida tiene un precio. Cuando te conviertes en una figura pública, escritor, cantante, cómico, bloguero, activista político o cultural, lo que sea que trabaje directamente de cara a un público, te expones. Y al exponerte estás asumiéndote “blanco de opinión”, asumiendo una responsabilidad por tus actos, decisiones e incluso omisiones, que están bajo lupa. Uno puede perfectamente no exponerse. ¿Cuántos escritores hay de los que no existe ni una foto en Internet? Pueden ser hasta exitosos sin convertirse en figuras públicas. Por ejemplo, estoy terminando de leer un excelente libro de relatos de una escritora de Miami de la que nadie habla, pero que está desarrollando, a la sombra, una trayectoria literaria muy meritoria.
Ahora, si te expones, tienes que asumir los riesgos que ello conlleva. Tienes que asumir con elegancia la crítica adversa, incluso la más despiadada. Tienes que “saber estar” para no terminar haciendo el ridículo.
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