Soy un merolico y a veces la gente no entiende lo que pregono o no me dejan terminar la frase. En verdad no debo gritar mucho. Un policía acaba de verme y salgo echando de sus contornos. Llego a una barriada y vuelvo a pregonar: ¡Pan con tomates...! ¿Y con carne...?, me interrumpe alguien. ¡Pan con tomates...! Me detiene otro y le digo: Caballeros, tengan paciencia. El dado está difícil en La´bana y más por la situación. Me aseguro de no ver a un fiana cerca. ¡Pan con tomates...! ¿Con queso y mayonesa?, me interrumpe otro. ¿Quieren Pan con tomates verdes y...? No me dejan terminar la frase cuando ya no queda más remedio que gritarles: “¡Pan!... ¡Pan con tomates verdes y otros cuentos!”... verdad que los cubanos na´má pensamos en la comida, coño.