google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Crisis del capitalismo

viernes, 26 de junio de 2009

Crisis del capitalismo

por Armando Añel

Increíble lo que pueden llegar a hacer los medios de prensa con la realidad. Pueden llegar, incluso, a convertir la comedia en tragedia o, como es el caso, en embuste. Baste observar la cola mediática que han traído las declaraciones del actual ministro de Economía cubano, Rodrigo Malmierca Díaz, deslizadas hace un par de días en una reunión de Naciones Unidas sobre la crisis mundial.

Según Malmierca, Fidel Castro previó la crisis económica que padecemos hace nada menos que 26 años, en una conferencia de países no alineados de 1983. En esa ocasión, el hoy moribundo dictador “predijo” que un “declinante comercio internacional, hambruna y desempleo” desencadenarían una crisis global.

Pero es que Castro está previendo crisis económicas prácticamente desde que nació. En el recurrente y empíricamente analfabeto discurso castrista, el capitalismo es un barco que zozobra y zozobra y zozobra, como la película del Titanic repetida una y mil veces a base de sucesivos remakes o segundas partes, que nunca resultan buenas. Y no es que el capitalismo no genere crisis, por supuesto, está en su misma esencia reproducir altibajos en una marea cíclica, que regenera y propulsa su dinámica progresista. Es que para el otrora líder de la “revolución” dichas crisis siempre son la última y definitiva que hundirá el sistema.

Castro no sabe ni donde está parado, y Malmierca Díaz no sabe ni donde va a pararse. Tan es así, que nos advierten que para resolver la crisis mundial hay que eliminar su “principal causa”, esto es, el capitalismo. Ese capitalismo por el que lloran en La Habana aquellos que repiten una y otra vez que la pobreza en Cuba es una consecuencia del “bloqueo yanqui”. Pero si de lo que se trata es de eliminar el capitalismo, de hundir la “principal causa” de la crisis, ¿a quién le echarán después la culpa de la debacle cubana? Si la salvación está en comerciar con los capitalistas del norte, como aseguran quienes reclaman el fin del embargo estadounidense, ¿cómo entonces van a pedir, al unísono, el hundimiento de sus salvadores?

No se sabe. Nadie responde. Misterio insondable el generado por estos teóricos de la papa acalambrada y el bistec de azúcar prieta.

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