Según La Vanguardia, “el gran enemigo interno del momento en Cuba no es ningún opositor, ningún traidor, ni bloguero o grupo cibernauta alguno. La rebeldía que hoy preocupa aquí es la del vecino que chupa la electricidad a una empresa estatal o manipula el contador para no pagar lo que consume; la del jefe o currante que incumple las severas restricciones recién impuestas al uso del aire acondicionado; la del tipo que se deja la luz encendida…
“La del disidente lumínico, ese “indisciplinado derrochador” que tanto dinero le cuesta a un país que ya no tiene dinero. Contra él se concentran los esfuerzos de la implacable policía eléctrica creada por el Gobierno de Raúl Castro. La presentación en la prensa de los temibles inspectores es digna de reproducirse: “Existen unos hombres bien intencionados, silenciosos, que se mueven sin altanería y no se creen importantes pero lo son. Se trata de los integrantes de los Grupos de Supervisión Energética (GSE), creados en la provincia de Sancti Spiritus en el 2007 y luego extendidos a toda la isla”.