google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Cuba, la guerra contra la información (I)

lunes, 20 de julio de 2009

Cuba, la guerra contra la información (I)

por Roberto Lozano

Es lógico asumir que un régimen totalitario como el cubano, empeñado en imponerle a sus súbditos su visión particular del mundo, considere el acceso a la información como un peligro a su estabilidad y credibilidad.

Ello explica las constantes redadas para sacar del aire las temidas antenas parabólicas, la creciente interferencia contra las emisiones de radio y televisión extranjeras, la ampliación de las restricciones del acceso al Internet, la orden de confiscación de libros “subversivos” en posesión de los turistas mientras pasan por el control de aduanas, la clausura de bibliotecas independientes, la intercepción de la correspondencia hacia y desde el exterior, la estricta vigilancia de las embajadas occidentales, la campaña contra los blogs de la oposición, el ataque cibernético a computadoras de intelectuales en el exilio y la inversión de cuantiosos recursos en el mantenimiento de una red de vigilancia y delación a nivel de cuadra.

Todo parece indicar que el régimen aprendió una de las lecciones fundamentales de la experiencia de las rebeliones de los pueblos de Europa del Este contra el totalitarismo estalinista. Allí se demostró que el acceso a la información de unos pocos puede convertirse en el catalizador del cambio de perspectiva política de la mayoría a medida que se produce la gradual “contaminación ideológica” de la población. Por supuesto, las difíciles condiciones económicas y sociales que produce el sistema totalitario, por su inherente ineficiencia, crean el ambiente propicio para que se propague el virus de la disidencia y la oposición. Para tratar de mantener la contaminación a un nivel que no devenga en crisis sistémica, el régimen intenta por todos los medios identificar al mayor número posible de “contaminados” para separarlos del resto de la población, ya sea mediante el encarcelamiento o la deportación. Aunque buena parte de la población ha desarrollado técnicas como la llamada “doble moral”, que le permite coexistir con el sistema sin llamar la atención, así que realmente nadie conoce la real magnitud del problema.

No obstante, a pesar de la creciente inversión de tiempo y recursos, el régimen no está ganando esta guerra. Por un lado, la muralla de contención que ha creado para parar la constante lluvia informativa contiene muchas grietas, lo cual acaba produciendo una especie de gotera informativa que después termina inevitablemente canalizándose de mano en mano, o de boca a boca, llegando a impactar a un sector importante de la población. Por el otro, sus métodos represivos no logran intimidar a todos, sobre todo a los más propensos a correr riesgos, ya sea por razones políticas o económicas.

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