Caía la noche cuando Sherlock Holmes se volvió hacia su fiel asistente, el Dr. Watson, y con expresión apesadumbrada reconoció lo inevitable:
-Tenías razón querido amigo –dijo-. La Zorra es más influyente de lo que podíamos imaginarnos.
Días atrás, en una de sus habituales cenas en torno a los candelabros que les obsequiara Scotland Yard, Watson había llamado la atención al más célebre de los detectives sobre la conveniencia de tomar muy en cuenta la hipótesis del Caballero de la Alegre Figura. Según éste, había que preocuparse de que estuvieran cerrando o “cesanteándose” tantos espacios de la blogosfera cubiche. ¿Sería, se preguntaba Holmes, que la Zorra había logrado transfigurarse en Agente Doble, al punto de doblegar al indoblegable Enmascarado Porcino? Éste había anunciado su cierre, el Blog de la Mano Invisible era sólo un recuerdo brumoso en las mentes de los más recalcitrantes y ni hablar de la Cloaca del Pantano o el Blog de la Mano Sucia, cuyas compuertas, cerradas a cal y canto, ya no provocaban el menor interés. Incluso, el Blog del Caricaturista había entrado en un sopor vacacional que auguraba su desaparición definitiva.
Existía una rara conexión, sin embargo, entre la desaparición, el cierre o la clausura por invitación de muchos blogs de la blogosfera cubiche y la proliferación de una actividad de la que hasta entonces pocos habían renegado, pero que ya Sherlock comenzaba a ver con ojos inquisitivos: La entrega de los Galardones Itinerantes. La proliferación de los Galardones Itinerantes coincidía milimétricamente con la salida del escenario de “los blogs de la competencia”, circunstancia que llamaba poderosamente la atención de los ingleses. ¿Sería, como se preguntaba el Caballero, que estaba teniendo lugar algún recogimiento o entrenamiento en algún lado? ¿Acaso se trataba de un complot feminista? ¿Estaría la Zorra abonando el terreno para el regreso de la Voladora Núbil a la sombra de las Sexólogas Ambulantes?
Lo cierto era que estas últimas habían abierto un blog en medio del boom de las clausuras, como ya había predicho el más popular de los investigadores, y resultaba sumamente intrigante que aún no hubieran entregado, o recibido, algún premio, trofeo o galardón a su medida.