por Carlos Scholkow
En la foto todo el mundo sale contento. Mi primo Edgar, al que le amputaron un brazo hace poco, después de un terrible accidente, sale contento. Cuquita, sobrina del que da el parte del tiempo en un conocido canal de televisión de Miami, luego de ser violada, robada y desposeída (le sacaron un ojo en la refriega), sale contenta. Hasta Fidel Castro, mientras arrastra una bolsa al costado, a la altura de la cintura, por donde diariamente debe expulsar sus heces, mientras su entorno familiar y político le hace cada vez menos caso, sale contento.
Aquí lo vemos junto a la presidenta chilena, esbozando una sonrisa. Pero no nos engañemos. La sonrisa disimula una mueca de frustración y repugnancia. Y ello a pesar de que el viejo, que más sabe por diablo que por viejo, ya se aprestaba a tomarle el pelo a la ingenua de Bachelet.