por Ignacio Granados
para la Marga
¡Tenemos bandera... y no una, sino muchas, y todas caben! La repercusión que ha tenido la iniciativa de las banderas en la blogo cubana ha sido espectacular; eso es maravilloso porque puede significar varias cosas, y la primera es que hay espacio para hacer algo entre cubanos. Cualquiera puede verlo, sin rencillas ni lastimaduras, y la prisa y la alegría con que la gente se ha sumado a la iniciativa muestra que lo que nos ha matado es la dispersión, no la nostalgia; ahora tenemos país, aunque sea virtual, y una bandera tan linda que nos representa a cada uno en particular. En el filme Nostalgia, del genial ruso del que no recuerdo el nombre, pero que también hizo Solaris, el exiliado lograba reproducir la imagen de su nostalgia; no era la felicidad, pero sí lo más cercano a ella.
La otra cosa que esto ha significado, es que es precisamente esa nostalgia la que nos salva; lo de menos es la diferencia, eso es necesario, y por eso probamos a salirnos; lo más importante puede ser ese deseo común, por el que nadie se resigna a haberse salido, pero todavía pone condiciones para el regreso. La vida tiene que ser linda, no importa si frágil, pero sí libre, muy libre; nadie puede entregar su libertad, ni aunque quiera y se engañe a sí mismo; y lo curioso es que sea el dolor precisamente el que nos empuje a la alegría, que nadie sabe con qué cartas juega Dios.
Navegando por la blogo, me encontré una foto del malecón del futuro; e imaginé ese malecón en el mismo código de la Marga, donde las banderas flotan sobre nuestro muro de los lamentos. Entonces decidí probar, con permiso de los autores originales; tal vez pueda convertirse en el muro de nuestras alegrías, como un conjuro, un acto de magia que nos libere y nos purgue el alma con sobredosis de felicidad; siquiera imaginaria, que ahí es donde coincidimos todos. Nuestras banderas, en todo caso, no son de luto sino coloridas, como bien recuerda el Cabeza de Puerco; más aún, no están ordenadas, sino que hasta el viento que las mueve es contradictorio y las hace flotar en direcciones distintas, ¡justo para que quepan todas!
En un artículo de Cuba Inglesa, José Luis Sito recordaba la creación del Sindicato Solidaridad, que fue el preludio de la revolución polaca. Pero hay un detalle, ya señalado en comentario: El líder de Solidaridad no era un intelectual con libros y premios, que buscara legitimar la causa política; sino que era un obrero metalúrgico, y eso explica la fatalidad cubana, con ese amor de sus intelectuales por la causa nacional. Todos buscan legitimar una causa que no necesita legitimación alguna, porque es escandalosamente evidente; y ahí es donde vienen nuestros problemas, que se superan cuando sencillamente hacemos algo porque sí, porque es bueno y punto, intrascendente pero capital: ser felices en nuestra nostalgia.