por José Gabriel Ramón Castillo
Este domingo 19 de abril tendrá lugar en Ginebra la Cumbre por los Derechos Humanos, la Tolerancia y la Democracia. Se trata de una reunión de activistas por los derechos humanos de todo el mundo que busca señalar los verdaderos problemas de derechos humanos que confrontan las sociedades.
Se vuelve necesario el adjetivo “verdaderos” y la existencia de la Cumbre en sí por una sencilla razón: la corrupción moral en Naciones Unidas. Más específicamente, esa organización realizará simultáneamente la Conferencia de Examen de Durban, una reunión en la cual delegados estatales y de algunas ONGs discutirán los supuestos avances que ha hecho el mundo en la defensa de los derechos humanos.
Lamentablemente, la conferencia de Naciones Unidas perdió toda legitimidad rápidamente. Sus principales propulsores son casi en su totalidad dictaduras extremadamente violentas. Si se combina su agenda, sus promotores, los contenidos de sus pronunciamientos y en general el tono político de los procedimientos, se obtiene que se usará el prestigio de Naciones Unidas para legitimar e incluso legalizar:
-El antisemitismo
-La eliminación de la libertad de expresión (en general, y específicamente respecto a críticas al Islam)
-El genocidio en Darfur
-La negación de otro genocidio, la Shoah
-La supresión de cualquier crítica a regímenes totalitarios como el cubano, el saudí o el chino
-El sabotaje progresivo de la noción universal e individual de los derechos humanos a favor de su relativización y colectivización
No es de extrañar que esto sea así, cuando entre los líderes de esta sesión de Naciones Unidas se encuentran los gobiernos de Libia, Irán, China, Cuba, Siria, Pakistán y otros. El fanático presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, de hecho pretende asistir personalmente al evento.