por las Gemelas de Oro
Mientras Chiquita Mala y el blog de Zoe Valdés intercambiaban sorprendentes avisos; mientras cierto antiguo disidente ahora en el exilio cargaba contra cierta antigua disidente ahora en el exilio; mientras la guerra de las banderas aguardaba por las segundas partes –que dicen nunca han sido buenas- de José Ramón Morales y El Cabeza de Puerco, Obama ponía a congelar esta sección. Qué Prensa Amarilla ni qué guanábanas. A pesar del belicoso nerviosismo que no deja de atropellar las manazas de las blogueras y blogueros del patio, llegó el presidente y mandó a parar. Los cubanos ya no podemos prestar atención a otra cosa, por muy divertida que ésta sea.
-¡Tenía que ser negro! -nos espetó una amiga esta misma mañana.
-¿Cómo? –le preguntamos escandalizadas (nunca hemos soportado la vena discriminatoria con la que algunos cubanos “blancos” tratan a sus conciudadanos de raza negra).
-Que tenía que llegar un negro, después de la comparsa de blancos por la Casa Blanca, para poner en tres y dos a la dictadura castrista.
-¿En tres y dos? –replicamos- ¿No te parece que exageras?
-Pitcheo zurdo y bola arrimada -nos aseguró muy convencida-. Esos sinvergüenzas van vérselas negras por primera vez en mucho tiempo.