por Aguinaldo Enterrador
La legendaria cantante cubana Olga Gillot (La Dama del bolero), haciendo gala de su civilidad, saludó cordialmente a la cantante cubana Omara Portuondo (La novia del feeling) en un encuentro casual que se propiciara en el III Congreso Música, Identidad y Cultura en el Caribe, que se celebró en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, cuando la reconocida bolerista cubana, cuyas ideas y oposición activa a la dictadura castrista no han dejado lugar a dudas desde su salida de la isla hace más de cuarenta años, se detuvo a saludar a un periodista y éste le hizo notar la presencia en la mesa de su otrora amiga. Ambas artistas no se veían ni tenían contacto desde que tomaron rumbos diferentes, distanciadas por su posición política. Cabría preguntarse, a la luz de las recientes polémicas entre los intelectuales cubanos del exilio y teniendo en cuenta que Omara Portuondo es una de las firmantes de la carta de apoyo al fusilamiento de “los tres negritos”, si este acto de la gran Olga Gillot debería hacerla desmerecer nuestra estimación o le demerita en su integridad moral o ética.
Ya hemos visto las trastiendas de los extremistas del patio en el reciente conato de “acto de repudio” virtual perpetrado contra Jorge Ferrer, Iván de la Nuez, María Elena Cruz Varela y otros intelectuales por organizar y/o participar en un evento académico en la Casa Amèrica Catalunya. Creemos en la necesidad de que los intelectuales expresen sus criterios libremente, sin corporativismos totalitarios, espontánea y abiertamente, en los blogs y en todos los espacios posibles, sin importar su credo o militancia política. Efory Atocha ha dado recientemente un buen ejemplo, que de convertirse en una práctica sería perfectible y saludable. No hay vergüenza en defender un criterio abiertamente, en apoyar a una causa de un modo transparente e incluso apasionado. La amoralidad de los “mercenarios de la pluma” (que a la larga terminarán siendo mayordomos emplumados) no ha de monopolizar la imagen del pensamiento cubano, y si no barremos con frecuencia la blogosfera cubana se nos llenará de “edmundicias”.