por Armando de Armas
Al cumplirse un aniversario más del Éxodo del Mariel entrevistamos a Luis de la Paz, destacada personalidad dentro del grupo de artistas y escritores que llegaron a Estados Unidos por esa vía. La primera parte de esta entrevista puede ser leída aquí.
Armando de Armas: ¿Cómo recuerda a Reinaldo Arenas? ¿Tiene alguna anécdota especial en relación con él?
Luis de la Paz. Reinaldo es sin duda uno de los grandes escritores cubanos de todos tiempos. Pertenecer al grupo de los que lo conocieron y trataron es un privilegio. Reinaldo era todo un guajiro, puro músculo, hábil trepando árboles, inalcanzable corriendo en el monte. Como escritor un hombre genial, culto, bien informado, con un proyecto literario sólido. No conozco a nadie que amara tanto la libertad como él. La libertad para Reinaldo era como el amor que, creo, nunca conoció. Su “problema” era que se comportaba como sus personajes, por lo que vivía un poco alejado de la realidad. Por eso era frecuente verlo desafiando el peligro, adentrándose en oscuros callejones. Se burlaba de todo el mundo. Era implacable. Creo que una anécdota que podría ilustrar su condición de personaje de sí mismo comenzó una tarde en la Cinemateca de Cuba. Hacía pocos días había salido de la cárcel, por lo cual ese encuentro era particularmente emotivo. Al terminar la función salimos a caminar hasta el Parque Almendares. Me narró sus experiencias en la cárcel, recitó los trabalenguas (que luego formaron parte de El color del verano) que había memorizado en la prisión y me dijo que durante todo el tiempo encerrado no había tenido sexo con nadie, porque el sexo, al igual que a la vida, había que entregársele en libertad. En medio de toda aquella conversación, en la distancia, un policía de civil no le perdía pie ni pisada. Cuando le advertí de aquella presencia perturbadora, extendió el brazo y comenzó a mover la mano en señal de saludo. “Es para que sepa que lo he descubierto -me dijo-, eso lo tranquiliza”.
AA. Usted ha escrito dos excelentes piezas narrativas: Un verano incesante y El otro lado. ¿Para cuándo un tercer libro suyo?
LP. El tercer libro Tiempo vencido, no es un proyecto, sino un hecho. Es un volumen de cuentos donde de alguna manera me adentro en el paso del tiempo. El libro está terminado y pronto aparecerá, con seguridad este año.
AA. Cuénteme de su experiencia en torno a la Revista Mariel. ¿A qué atribuye la corta y accidentada existencia de una de las publicaciones culturales del ámbito cubano más atrevidas y originales y que, quizá por ello, contó con la presencia creadora de importantes figuras de las letras tanto nacionales como extranjeras?
LP. Hacer la revista Mariel recién llegados a los Estados Unidos fue un atrevimiento del grupo que integramos la dirección y el consejo de editores, tal vez eso explique su brevedad. Sólo por amor a la literatura, se pudo emprender aquella costosa empresa. Cada editor aportaba una cantidad de dinero para cada número que era un verdadero sacrificio. Hubo algunos aportes de personas establecidas ya en el exilio que ayudaron mucho, como Lydia Cabrera, pero era un costo muy alto para nosotros. La revista tenía como premisa no ser elitista, por eso nuestros dos propósitos fundamentales eran dar a conocer la labor de los artistas llegados a Estados Unidos por el Mariel y reconocer y homenajear a los que nos habían precedido en el exilio. Para nosotros fue muy gratificante el apoyo que recibimos de la mayoría de la intelectualidad cubana exiliada (aunque hubo algunos rechazos). Al repasar los ocho números que preparamos entre 1983 y 1985, se puede ver que lo más importantes de nuestros escritores colaboraron con Mariel.
AA. Con la revista Nexos y luego con El Ateje, usted es una especie de pionero, al menos en el contexto cubano, en la fundación de revistas literarias de Internet. ¿Tanto Nexos como El Ateje se plantearon como una continuidad por otros medios de la Revista Mariel?
LP. A Nexos yo me sumé en el segundo número. Ya el escritor Carlos Sotuyo había dado a conocer la primera entrega y tuvo la amabilidad de invitarme a ser parte del consejo editorial. La estructura de esa revista buscaba una proyección de las dos orillas. Como Sotuyo estaba recién llegado al país y tenía dos hijas pequeñas, la revista quedó prácticamente en mis manos, por eso tal vez se puedan establecer algunos puntos de contacto entre Nexos y El Ateje. El último número que coordino para Nexos antes de retirarme y comenzar con El Ateje, es un homenaje a Reinaldo Arenas que tuvo tal acogida que el editor Juan Manuel Salvat se interesó y publicó Reinaldo Arenas antes que anochezca: textos y documentos, que reúne parte de los trabajos que se publicaron online. Al yo comenzar la gestión de El Ateje, Nexos dejó de existir.
AA. Hábleme de su experiencia en torno a El Ateje? ¿Por qué cierra una publicación que gozaba de buena salud y que se había convertido ya en una referencia para los estudiosos y los lectores?
LP. El Ateje sale durante siete años, con entregas puntuales cada cuatro meses y deja, creo, un balance positivo. Creo también que este es el momento para agradecer nuevamente a Jesús Hernández por su apoyo en el diseño y trabajo técnico en la revista, su paciencia y profesionalismo. Algo que influyó en el cierre fue la proliferación de los blogs en internet, que comenzó a dejarse sentir en las colaboraciones que recibíamos, pues algunos escritores abrieron sus propios espacios cibernéticos y en ellos publicaban sus trabajos. Otra razón es que no creo en proyectos a largo plazo, sino en etapas. Habrá oportunamente otra iniciativa y volveré a preparar una revista literaria. De cualquier manera El Ateje permanece online y sus 22 números pueden ser consultados.