por Armando Añel
El modelo de blog abierto se sostiene a partir de un compromiso tácito entre el editor y sus lectores: Somos adultos y escogemos dónde nos metemos, qué escribimos, qué leemos. Un blog es muchas cosas, y esa nutritiva seña de identidad, en el marco de los medios de comunicación masiva, lo distingue y conmina. Reducirlo a un buró de noticias o a un laboratorio de ingeniería social es, seguramente, un desperdicio.
La responsabilidad individual es vital en el blog abierto. El editor debe renunciar expresamente a sus manías, o tentaciones, interventoras. Esto es, el editor ofrece un espacio de confluencia, participa, edita, pero toma, respecto a sus lectores y colaboradores, la menor cantidad de decisiones posible. Un blog abierto ideal es como el Olimpo: un cielo de muchos dioses y no el cielo donde un solo Dios, encaramado a la nube de Wordpress o Google, se dedica a orientar los destinos de los pobres mortales, a los que a ratos toma por delincuentes, si no por tontos.
Vivir en libertad implica correr un cierto número de riesgos. Esta es una verdad como una casa, que trasciende cualquier consideración cultural o tecnológica. En este sentido, el blog abierto reproduce, a nivel práctico, socio-político, la máxima de Lord Acton: “La libertad no es un medio para un fin político superior. Es, en sí misma, el fin político máximo”.
La libertad, en el modelo de blog abierto, es el medio y el fin en sí misma.