por José Luis Sito
El comunismo, el totalitarismo, la dictadura o cualquier forma de gobierno autoritario pueden coexistir con la propiedad privada o la empresa privada, pero no con la sociedad civil. La restauración de una sociedad civil es la prioridad para reconstruir la participación del público, de una población, en la marcha por su libertad. Una resistencia se entrama a partir de la creación de una sociedad civil.
La vida pública está conformada por la privacidad, asociaciones autónomas, descentralización del Estado, organizaciones políticas independientes del poder, etcétera. Crear las condiciones para sacar a flote esta sociedad civil con su vida pública, es la base, el fundamento de una lucha de resistencia contra poderes dictatoriales como el cubano. Una sociedad civil engendra pluralismos, enciende las discusiones apagadas, alumbra las mentes que antes deambulaban en la oscuridad.
Una población vigilada, aterrorizada, amenazada por un Estado totalitario como el cubano, no recobra una sociedad civil inexistente, y violentada durante decenios, del día a la mañana. Se necesita una resistencia constante, movilizadora, activa y paciente. Es una lucha cotidiana contra la dominación cruenta y discriminatoria; es una lucha activa y decidida contra los mecanismos violentos y de terror impuestos. Esta lucha de resistencia reclama sacrificios, abnegación, voluntad, una determinación férrea.
Sobre todo, la resistencia se entrama a partir del optimismo, de una alegría por el devenir, de un júbilo y gozo por el futuro que se está construyendo. Los resistentes son unos grandes optimistas y nunca se ha metido a nadie en la cárcel porque sea un pesimista. Los resistentes son personas alegres.