Por Richard del Monte Jr.
El cantautor Silvio Rodríguez no pudo obtener a tiempo la visa estadounidense que lo habilitaba para participar en el concierto “Clearwater: creando la nueva generación de líderes ambientalistas”, que este domingo tuvo lugar en Nueva York. Rodríguez ha protestado por ello. Hay quien dice que la administración Obama se la cobró al también diputado a la Asamblea Nacional por haber firmado la famosa carta de 2003 respaldando el fusilamiento de tres jóvenes negros que intentaban huir de Cuba a bordo de una lancha estatal, con pasajeros involuntarios.
Probablemente no sea así. Probablemente la administración Obama, como cualquier otra, es lenta entre los papeles, a la sombra de las sillas giratorias. Como apunta El Nuevo Herald, el proceso de tramitación de visas a cubanos “puede durar entre dos y siete meses (…) y la mayoría de visados no son negados, sino que simplemente no son otorgados en la fecha precisa”. Pero es innegable que hay algo de justicia poética en el hecho. Un presidente de raza negra parándole las patas al patán de la firma homicida. A la mano que defendió la muerte de tres hombres de raza negra, prófugos del hombre blanco. Tiempo al tiempo, al implacable, al que vendrá.