google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El golpe del Estado democrático (II y final)

domingo, 12 de julio de 2009

El golpe del Estado democrático (II y final)


por José Luis Sito

En Latinoamérica, la palabra democracia siempre ha sido un adjetivo cómodo para todos estos jefes de pandillas. Los latinoamericanos inventaron, ellos, el castrochavismo democrático. Su característica principal es la invención del caudillo demócrata perpetuo. Reelección indefinida hasta la muerte o hasta que se le antoje, o meta en el poder a su hermano, mujer, sobrino, nieto o amiguete.

Nada extraña, cuando se conoce la historia del continente, esta aptitud de confundir a un presidente con un cacique. Existe una tradición democrática casi nula; unos partidos políticos corruptos y absolutistas; unas oposiciones dispersas y radicales; unas sociedades pobres, dramáticamente desiguales e incultas; unos intelectuales atónitos o fanatizados y unas economías dependientes e inestables. Los tiempos cambian las formas y los métodos, pero siguen intactos el mismo subdesarrollo político y económico, la misma miseria cultural e intelectual, la misma pobreza y los mismos ladrones.

Se continúan vaciando las instituciones que garantizan la independencia de la justicia y la separación de los poderes ejecutivos y legislativos. Se eliminan los poderes intermediarios de pesos y contrapesos que permiten a la sociedad civil entramar un diálogo con el Estado. Se concentran todos los poderes en el ejecutivo, con un jefe que ocupa todo el escenario, dotado de autoridad ilimitada y perpetua. Se suprimen las posibilidades de contestación, jurídicas y sociales, cualquier forma de oposición es vista como una agresión que se necesita callar o destruir, suprimiendo de facto el fundamento de la pluralidad de opiniones. Se proclama por plebiscito un caudillo perpetuo, autodenominado demócrata. De este modo se completa la farsa del socialismo del siglo XXI.

En Honduras, por primera vez en la historia latinoamericana reciente, un Estado democrático asestó un golpe firme, justo y sin violencia, a un individuo que pretendía destruirlo insidiosamente, pérfidamente, con felonía. Sin por ello castigar a su pueblo o perseguir a los adversarios. En su fondo y trasfondo debe servir de ejemplo para todos, aunque los detalles formales puedan llevar a objeciones.

Honduras ha facilitado la prueba de que podemos parar a tiempo a estos maleantes caudillistas y seguir avanzando en la senda del desarrollo, sin retroceder un paso en el camino de las libertades y el Estado de derecho.

Este ejemplo valiente de toda una sociedad podría dar buenas ideas a otros: es lo que no tragan los castrochavistas, sus cómplices y los tontos útiles.

Meloni: ¿Oportunista o fanática?

  Carlos Alberto Montaner En los años 1959, 60 y 61 se referían en Cuba a los “melones políticos” como alguien que era verde por fuera y roj...