por Juan F. Benemelis
La evolución del Sol hacia una gigante roja provocará radiaciones ultravioletas letales en casi todos los planetas, y la Tierra escenificará el llamado “efecto invernadero” que hoy escenifica Venus, desapareciendo casi toda la taxa animal y la vegetal en sus moldes actuales.
Se especula con la posibilidad letal de una monstruosa explosión en cadena en el centro de la Vía Láctea, inducida acaso por la controvertible antimateria galáctica, que incitaría un diluvio radioactivo de rayos-x y otros rayos cósmicos, fatales para la vida. Esta visión no es excepcional en el Universo. Se han fotografiado detonaciones de núcleos galácticos en el Cúmulo de Virgo, a 40 millones de años-luz. La geometría fractal nos pauta cómo la frecuencia de los acontecimientos catastróficos en la naturaleza está relacionada inversamente con su magnitud. Los procesos que ocurren con mayor periodicidad son los menos peligrosos, pero cuando en ocasiones excepcionales operan con enorme intensidad, devienen entonces en cataclismos naturales. Un terremoto de máxima magnitud tiene la probabilidad de ocurrir sólo en el tiempo histórico de una vida humana.
Ahora sabemos que poblamos un planeta que se ve arrastrado por su estrella, el Sol, deambulando en un Universo preñado de peligros. No podemos afirmar o rechazar la noción de que una estrella colosal, en un radio cercano de treinta años luz del Sol, haya detonado como Supernova en fecha reciente, y su estallido aún no se haya avistado por la distancia, o tenga lugar en un futuro próximo, liquidando a todo el Sistema Solar.
A tales distancias las noches se transformarían en días; los rayos cósmicos dañarían todos los códigos genéticos, provocando mutaciones biológicas imprevisibles. De producirse una explosión más cercana, el arribo de su onda expansiva despedazaría al Sistema Solar. En caso de haber ocurrido recientemente, no disponemos de procedimientos tecnológicos para darnos cuenta que nuestra segura destrucción ya estaría en camino, y sobrevendría dentro de algunos siglos o milenios.