por Ignacio T. Granados
No es que el buen Gerardo sea muy interesante, ni tan siquiera que se le conozca, pero es bueno dejarle saber a los monillos que no son dueños del circo, sino tan sólo sus vulgares animadores. En verdad, el buen Gerardo tiene a su favor el don de la juventud y, por tanto, puede darse el lujo de las equivocaciones, como no pueden hacerlo sus vetustos críticos; porque él es aún una joven promesa, no una vieja decepción. Es por esas cosas que Gerardo puede decir inconveniencias que el tiempo le enseñará a callar; porque, siendo honestos, hay tanta gente que sólo aprueba exámenes. Esto se refiere a la inteligencia, que no es el cúmulo de anécdotas y noticias sin sentido, sino la capacidad de relacionar datos y extraer conclusiones de ellos, como seguro hubieron de hacer los que fundaron la Historia de la Literatura (Homero, Sor Juana Inés de la Cruz, Virgilio, Hesíodo), y que obviamente no la conocían porque les era posterior.
Una cosa, amigo Gerardo. La gente suele ofenderse porque se ignoran sus horas-trasero de estudio, pero, ¿quién tiene la culpa de eso? ¿No es acaso esa su vocación, lo que les da alegría? ¿Por qué el resto ha de pagar por ello? Aprenda esa lección, el enemigo existe y se llama Legión porque tiene un rostro múltiple; distíngalos por lo que aportan, si la acidez o lo creativo, porque nadie con un buen proyecto tiene energía que dedicar al error ajeno; primero, y sobre todo, porque siendo ajeno no le afecta, y segundo porque lo restaría a sus propios y grandes propósitos. Sobre todo, no cometa el error de intentar la paz, que lo que no le perdonarán es la existencia, y eso no tiene remedio. Apréstese y punto, que el ácido pretende el Ministerio o la Presidencia, y si usted no es igual sólo tiene que demostrar su diferencia.
Así que no se preocupe, y sobre todo huya de esos salones de nuevos cortesanos, donde los poetas se dedican reverencias ridículas con el interesante verso de aquel o la aguda referencia del otro; ignorando en perfeccionismos a la impactante belleza, que como dijo Bretón, será compulsiva o no será. Cuando vengan a saludarlo así de vanos e hipócritas, responda como en los tiempos de la venerable Chapuza: “Más poeta lo será usted”.
Nota del autor: La Chapuza fue un grupo, sobre todo de artistas plásticos, que se reunía en los salones de la UNEAC cuando aún valía la pena, al principio, a jugar ajedrez como se juega al dominó, con sapos y gritería.