“Eso de que los cubanos no tienen noción del límite se puede corroborar una vez más en Miami, después de la movida hondureña. El país centroamericano, de ser ignorado y tratado como "de indios" por cierta gente del exilio, ha pasado a representar una suerte de tierra prometida para los anticomunistas de café con leche y mansiones en Coco Plum. En tiendas de la Pequeña Habana se venden corbatas y camisas con la bandera de Honduras, se regalan pasadores con el escudo catracho y se empiezan a frecuentar bares donde se canta "Pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las hondureñas/Mueven la cintura y los hombros igualito que las isleñas...". “Pero no sólo eso. También está sucediendo otra cosa que no debe ser legal: Algunos propietarios de inmuebles están desalojando de sus "efíchensis" a ilustres compatriotas para rentar (a mucho menos precio y cantina incluida) a hondureños simpatizantes de Micheletti. Conozco uno que está hasta tirando una acerita nueva para que el estrenado inquilino no tropiece en las noches, como le sucedía al viejo campechuelano. No, si cuando yo lo digo…”.
El Niño de Placetas aquí
