por Oscar Peña
Días atrás enviamos una declaración de apoyo a la naciente idea de ir conformando, en cada municipio de Cuba, Municipios de Oposición que logren la necesaria identificación entre pueblo y opositores. Algunas personas, de mala fe o por ignorancia política, la cuestionaron porque planteábamos que era una idea perfecta y abogábamos, como metáfora, por que en cada pueblo de Cuba la oposición se convirtiera en abogada de los problemas del pueblo -junto al pueblo-, demandando en cada instancia soluciones a los problemas de la población. Desde hace mucho tiempo he estado señalando que se hace necesario que la oposición hable menos para el extranjero y más entre cubanos.
Pues vaya la tonta sorpresa y la extrema falta de realismo de algunos cubanos exiliados. Han asegurado que mis palabras legalizaban al régimen. No perciben que no se trata de infantiles argumentos políticos. Se trata de que a un pueblo hambriento, miedoso, sin recursos y sin esperanzas no puedes dirigirte –ni proyectarte ante él- con un discurso exótico de democracia y lucha política solamente. Tienes que primero abrazarlo y acompañarlo a demandar y a buscar soluciones a sus problemas diarios ante las autoridades impuestas. Ganar ese prestigio y popularidad.
Ojalá empecemos a escuchar, de los habitantes de cada pueblo de Cuba, que se resolvió esto o aquello por la demanda que hicieron los disidentes del pueblo ante el Poder Popular. El roce entre oposición y pueblo hace “el cariño”. Las otras demandas vienen después, por ley de gravedad.
Y hoy, para mi satisfacción -y para callarle un poco la boca a los que corrieron a “coger la lupa” para desacreditar mis palabras de apoyo-, recibo, enviada por Payo Libre, la metodología de los municipios desde Cuba, donde leo que están volando alto políticamente. Perdonen la inmodestia, pero me han dado la razón. No se puede “correr la cerca en Cuba” y jugar ajedrez político con el viejo discurso y las palabras almidonadas de algunos compatriotas exiliados -afortunadamente ya pocos-, porque la gran mayoría ha evolucionado ante un proceso complejo de cincuenta años.