¿Dónde estamos? Estamos en una situación crítica de ruptura donde el régimen cubano tiene grandes posibilidades de consolidar la sucesión a la próxima generación de castristas. Y tengo la percepción de que mucha gente no se da cuenta de ello, y algunos no quieren darse cuenta. Descartando a la oposición interna, sin un programa congruente con la realidad del país y estrictamente penetrada y controlada, el único factor que puede dar al traste con la sucesión acordada es Estados Unidos.
Y tienen recursos y varias vías para hacerlo, pero lo que están ejecutando hasta el día de hoy es sin mucho ruido y siguiendo el principio de la rana hervida: abrir espacios favorables al régimen. Todo el mundo le prestó mucha atención, y los medios se encargaron de resaltarlo convenientemente, a la flexibilización de las restricciones a los viajes y remesas, en la sensible y populista vertiente de las relaciones familiares. Pero no se presta la misma atención cuando el mismo día los departamentos del Tesoro y Comercio conceden licencias generales para actividades comerciales en los campos de las telecomunicaciones, la medicina y la agricultura, incluyendo alimentos; o cuando el gobernador Richardson está orquestando una reunión del régimen con el “exilio”; o cuando la recientemente electa presidenta del Comité Senatorial para la Agricultura y la Alimentación, la Sra. Lincoln, declara en la primera oportunidad que su objetivo prioritario es levantar el embargo. Eso no se resalta en los medios, ni por los analistas. Es casi subterráneo e indica una dirección de trabajo muy importante. Casi me atrevería a afirmar que es la dirección principal de la operación en marcha.
El hecho de que 36 disidentes de la Primavera Negra, al parecer organizados por Oscar Espinosa Chepe, celebren y apoyen el concierto por la paz en la plaza, es la excusa perfecta para en un movimiento espectacular, bien promocionado por los medios, liberar a unos cuantos de ellos y así cumplir una de las “declaradas” condiciones de la administración Obama para continuar con la política de normalización. Hasta se podría llevar a alguno de ellos a la mesa re-tonta. Todos estarían muy felices y los titulares serían por el estilo de “Raúl libera a los presos políticos”, etcétera. Tras el retorno triunfal de los cinco con un gran acto en la plaza -música de fondo de otros Juanes luego de recorrer las principales ciudades del país, que los recibirían como héroes de la lucha antiimperialista-, estarían creadas las condiciones para un reforzamiento del discurso político, garantía, junto a la represión, de la sucesión por una parte. Por la otra, están las nuevas flexibilizaciones de Obama.
No me queda claro el orden y probablemente no haya ninguno, sino que se irán produciendo los acontecimientos: invasión de granjeros norteamericanos, de suministradores de materiales de construcción, etcétera, todos amparados por las garantías crediticias del Departamento del Tesoro o algo similar, y proliferación de friteros, mecánicos, subcontratistas y limpiabotas por toda Cuba. Y todo el mundo feliz. Incluso, hasta le permitirían al buenazo de Cuesta Morua legalizar un partido político, o a lo mejor hasta lo ponen de diputado, como hicieron con algunos homosexuales y religiosos en su momento. Es muy promisorio el futuro del castrismo y nada quisiera más que estar rotundamente equivocado.
Haga diputado a un vendedor de pastelitos dentro de diez años y siga publicando las enseñanzas del gran líder invicto. Acomode a los Everlenies con más viajecitos a universidades y quizás hasta El Duque pueda visitar la Isla y contribuir al deporte nacional. Los dos problemas sociales más importantes, con débitos políticos, son la comida y la vivienda. El primero se resuelve relativamente fácil. El segundo es más complejo y requerirá de enormes inversiones y donaciones, pero al parecer ya están trabajando en eso. Acaban de lanzar el sitio oficial de la bolsa de permutas, que controla y fiscaliza pero también liberaliza, al reconocer la necesidad. Esta gente no hace nada por gusto.
Lázaro González aquí