por José Vilasuso
La foto de Hugo Chávez Frías cabalgando al frente de numerosos jinetes portadores de la enseña venezolana, expone elocuentemente el caricaturesco momento latinoamericano.
Adivino que para completar el espectáculo, el coronel sería el primero en entonar El Segundo Himno Nacional de Venezuela. La nueva apostura del caudillo bolivariano obedece al llamado ante la amenaza de guerra del enemigo (Colombia-Imperialismo yanqui). De ahí que apele a los sentimientos más hondos y emotivos del alma llanera.
La admiración ante valores nacionales por nadie mejor expuestos que por dos Rómulos, Gallegos y Betancourt, permite resaltar el carácter incompatible entre ambas corrientes. Los Rómulos representan la cultura, la libertad y la tradición. Chávez, la opereta bufa.
El espectáculo responde al viejo recurso de distraer la atención con conflictos artificiales, mientras se perpetran violaciones crasas del derecho en el patio. Ya en Atenas, desde la época de los Treinta Tiranos, se pusieron en práctica procedimientos similares, y en Cuba contamos medio siglo de monótona reedición de ese ensamblaje.
El tema no merecería mayor cuestionamiento si no palpásemos el corolario con que gobernantes electos por sus pueblos contribuyen a la escenificación. Me pregunto: ¿Se estará perdiendo el sentido del humor? ¿O será que el liderazgo de Lula da Silva o Michelle Bachelet ha sido sobreestimado?