google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Farmacia y cangrejos

sábado, 5 de septiembre de 2009

Farmacia y cangrejos

por José Luis Sito

Lo de los cangrejos me recuerda esta frase de antología: “Antes estábamos al borde del abismo, ahora hemos dado un gran paso hacia delante”.

Eso de las escuelas comunistas es de una evidencia abismal, además. Lo recibido en esas “escuelas” y en esos entrenamientos no se quita nunca de la piel. Es útil saberlo. Es útil saber que vives con un virus que nunca desaparecerá. Te permite luchar contra él, adquirir sus defensas inmunológicas, tomar sus antídotos, protegerte en consecuencia. Cuando se ha vivido en un régimen totalitario y recibido su adiestramiento, hay que crear su farmacia, su farmakon, como decían los griegos.

El farmakon no es solamente un remedio contra el mal. Es también un veneno. Tiene doble significación. El farmakon oscila constantemente entre estos dos polos: remedio, veneno. Se sitúa en lo indeciso, en la ambigüedad, en ese medio desestabilizador. El farmakon no es esto ni lo otro, es un lugar sin oposiciones binarias, lejos de la contradicción, en medio de lo inteligible y de lo sensible.

Por eso el cangrejo puede ser una metáfora pedagógica de la lucha de un cuerpo contra lo que lo roe: para no caer en el abismo es necesario en algunas ocasiones dar un paso hacia atrás, y los fármacos hay que tomarlos en su justa medida o se convierten en venenos.

Todo un arte de la medida, de la mesura. Precisamente lo mismo que no aprende el castrismo con sus oposiciones binarias simplistas, sus falsas contradicciones, su verdad última y definitiva, sin apelación, sus afirmaciones categóricas y su resultado lógico: la violencia del fanatismo.

Lo que necesita el cubano es una buena farmacia o un buen plato de cangrejos.

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