por José Luis SitoLa Unesco viene de elegir a su director general. Hace pocas semanas, el gran favorito de la elección era el egipcio Farouk Hosni, pero finalmente es la búlgara Irina Bokova quien tomará la dirección de esta importante organización mundial.
Lo que modificó el resultado de la elección, en el último momento, fue la movilización de varias personalidades de la cultura e intelectuales del mundo entero. Pero esto no hubiera sucedido sin Internet y su dimensión planetaria y movilizadora. Gracias a divulgaciones aparecidas en la prensa italiana, la Red fue rápidamente extendiendo las informaciones sobre el candidato Farouk Hosni.
Las sospechas sobre su comportamiento como actual ministro de Cultura egipcio fueron divulgadas. Aparece un individuo ocupado en censurar implacablemente y perseguir a los internautas y la prensa libre. Tratando de intervenir en los guiones de las películas, prohibiendo textos de poesía por injuria al Islam, coqueteando con un cierto islamismo radical.
Un individuo con un pasado dudoso, que se ocupó en París de perseguir a los estudiantes contestatarios, entretejiendo ciertas conexiones con los terroristas árabes de los años ochenta.
Además, era el candidato del Egipto de Hosni Moubarak, un régimen autocrático y dictatorial, con manchas indelebles. Era sostenido, sin embargo, y sin ninguna vergüenza ni preocupación ética, por varios países occidentales. Su derrota es la victoria de todos los que desean acabar con complicidades inadmisibles y volver a la razón, alejada de la razón de Estado fría y calculadora, tantas veces provocadora de desastres. Derrotado, Farouk Hosni viene de lanzar acusaciones de complot por parte de los Estados Unidos y de lo que él llama las “organizaciones judías”.
En su lugar ha sido elegida una mujer, sensible a ciertas cuestiones graves alrededor de las condiciones sociales de su género. Búlgara, procedente de un país que ha conocido el totalitarismo, y socialista demócrata. Por tanto, una persona plenamente calificada, que conoce el papel fundamental que juegan la educación y la cultura en el mundo de hoy y del mañana.
De nuevo, se verifica que cuando se quiere, se puede. Los ciudadanos tenemos instrumentos a disposición para influir cada vez más en la marcha del mundo.
