La maquinaria madridista imperó sobre el Olympique de Marsella, en la segunda jornada de la Champions League (3-0). Goles de Cristiano Ronaldo (2) y Kaká de penalti. Poco más que apuntar si se atiene uno al juego ralo, a ratos inconsistente, de un Real Madrid diseñado para ofrecer todo lo contrario: espectáculo. Y que deberá ofrecerlo más temprano que tarde. Circense el exótico primer gol, en el que el portero del equipo galo quedó colgando de la rama de un árbol inexistente.