por Armando Añel
Escribe Juanes en Twitter, tras conocer el veto a la presentación de Cucu Diamantes en una escuela de Union City, New Jersey:
“Eso es para los que hablan de represión y falta de libertad. Y más vergüenza aún viniendo de una escuela. Absurdo total. ¿Qué tal el ejemplo de educación que quieren dejar? Qué mensaje tan negativo, y eso que estamos en USA, donde sí hay libertad…”.
Y entrecomilla la palabra Libertad, como insinuando que en Estados Unidos ésta es parcial, o está sujeta a intereses políticos. “Nuestra libertad es un pajazo mental”, asegura.
Tal vez por provenir de una cultura como la latinoamericana, en la que el poder de la sociedad civil –y por tanto el alcance de la libertad-- es limitado, Juanes se ha quedado sin entender nada. Porque uno de los signos distintivos de la libertad y la democracia en las sociedades desarrolladas es precisamente la capacidad que tiene el individuo de escoger entre varias opciones, de decidir su futuro y el de los suyos. Y en el caso del veto a Cucu, ha sido la sociedad civil, el individuo, la ciudadanía –un 85% de padres cubanos en la comunidad escolar de Union City-, los que han decidido prescindir de los servicios de la cantante, entendiendo que no es un buen ejemplo para sus hijos.
No ha sido el gobierno estadounidense ni la Junta Escolar de Union City los que han impedido la presentación de Cucu (en Cuba sí es el gobierno el que se encarga de impedirle el acceso a la Universidad a quienes no son revolucionarios, o de impedirle a ciertos músicos que actúen en la Universidad o cualquier otro espacio público de importancia). Ha sido la presión de la sociedad civil cubana, residente en Estados Unidos, y mayoritaria en la comunidad de Union City, la que ha empujado a las autoridades escolares a tomar esa decisión.
Ley de la oferta y la demanda. No se puede obligar a nadie a escuchar o ver lo que no quiere. Probablemente, ha sido responsabilidad de Cucu Diamantes, con su pésima y parcializada actuación en Cuba, que los cubanos de Union City no la quieran. Hasta tanto se demuestre lo contrario.