por José Luis Sito
Cuando se comienza a tirar piedras a un árbol, es porque tiene frutos. Me parece que es un proverbio africano.
En un sistema basado en principios democráticos es indispensable poder criticar, hasta condenar algún propósito o texto. Lo que no se debe es deshonrar a un hombre, ni maltratarlo, ni ensuciarlo. O sea, los ataques ad hominem, los ataques personales, son indignos. La crítica dice más sobre el que critica que sobre el criticado. Su afirmación de que mis textos son de una imbecilidad suprema, dice mucho sobre su persona. A propósito, ¿esto que estoy escribiendo le parece supremamente imbécil? Lo que usted escribe sobre mí no me parece imbécil, me parece vergonzoso, repugnante.
Usted forma parte de los que han tramado bajo el anonimato una campaña cotidiana de acoso contra mí. Puede que no sean varias, sino una sola persona. Eso es casi imposible de averiguar ya que la Web permite a estómagos frágiles, como el suyo, echar sus heces verbales. Porque usted se esconde y, como todos los cobardes, pretende que nadie tiene su valentía.
Al contrario de lo que usted afirma, no vivo escondido, ni ando tapándome la cara por la vida para entramar despreciables acciones. Mis acciones y mis textos todos los conocen. Lo que hago por y para Cuba está a la vista. ¿Usted quiere saber más de mí? ¿Quiere que le envíe mi pasaporte? Con eso tal vez se sentiría más tranquilo(a), y pudiera enviarle una copia a Villa Marista.
El que no da la cara es usted. Será por lo sucia que la tiene. Bajo el anonimato pasa sus días en los blogs, curando su mala digestión y los malos tratos sufridos en Cuba. Su vida fue despreciada allá, y ha terminado por despreciar a todo el mundo, y hasta a usted mismo(a). Ha sacado de Cuba su espíritu miserable y estando fuera no ha aprendido nada.
Mi cara la conocen muchos y quedará en la clandestinidad por razones que ni explico, pues para usted la razón no tiene importancia. Usted vive de su maldad.
Otro aspecto que han querido atacar es el de mi nacionalidad. Se pretende que soy español. Me gustaría saber si siendo español me estaba prohibida la idea del 1 de junio. O si por ser ahora, según parece, español, la acción del 1 de junio hay que declararla ilegal o infame. Suponiendo que sea español, ¿no puedo escribir sobre Cuba? Hay muchos extranjeros en Cuba o fuera de Cuba, lo he visto, más cubanos que algunos cubanos que se acuerdan de la Isla cuando llegan sus vacaciones y se pagan unas pobres chicas por unos miserables dólares. Pues no le diré tampoco si soy español, cubano o chino.
Usted, y todos esos que piensan como usted, es decir, con maldad y con bajeza, no necesitan saber sobre mí. Usted viva y deje vivir. No vengo al blog de Añel para pasar un rato de mis supuestos días vacíos y desocupados, vengo para trabajar por la libertad de Cuba. Escribir este comentario me lleva un tiempo que pudiera ocupar muchísimo mejor. Si lo hago es porque pueden tocarse con él ciertas cuestiones más graves, como, por ejemplo, el nivel a que ha llevado el castrismo el pensar y el sentir.