google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Sexo y supervivencia: Pene cubensis (III y final)

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sexo y supervivencia: Pene cubensis (III y final)

por Enrique Collazo

El hombre cubano post-comunista, condenado por su propio gobierno a carecer de los medios económicos legales que le permitirían ganarse la vida decentemente y gozar de un cierto estándar material junto a su futura esposa –Cuba tiene la más alta tasa de divorcios del mundo: 70 por cada cien matrimonios-- le propone a su novia perpetua que se prostituya con un hombre mayor –la letra de El Temba en ningún momento alude a que sea un extranjero, aunque se sobreentiende- pero solvente, en condiciones de darle una vida con bienestar.

Aunque no aparece explícitamente indicado en el tema de David Calzado, se deduce que el joven cubano, por su parte, se reserva el derecho de hacer otro tanto con las turistas, o sea, que su novia por un lado, y las extranjeras por el otro, lo mantendrían. La primera, además de “untarlo” con lo que saca de su jineteo, lo ama con la lujuria y la entrega a la que está acostumbrado culturalmente, mientras que las segundas lo surten materialmente, llegando quizás a rescatarlo de la prisión insular para devolverlo a la vida en libertad en cualquier sociedad de Occidente. Cuba, a partir del derrumbe del socialismo real, diversificó su perfil político como referente de regímenes populistas –en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, etcétera--, pero devino, además, potencia sexual de rango internacional en los albores de la globalización.

Debemos convenir en que, en materia de comercio sexual, la degradación y la decadencia acompañan tanto al oferente como al demandante. Asimismo, en todas las latitudes y en todas las épocas históricas han existido y existirán chulos, proxenetas, gigolós y cualquier calificativo que quiera adjudicárseles a quienes se consagran a este quehacer. Sin embargo, cuando estos comportamientos se masifican, deviniendo medio de vida de una cantidad cada vez mayor de hombres jóvenes que no pueden ganarse la vida decorosamente y cuya única posesión es el cuerpo que habitan, representa un inequívoco indicador del grado de descomposición moral de la sociedad en que viven. Curiosamente, el “apareamiento” ocasional con la extranjera, que conserva en la Isla los derechos que le asisten “por denominación de origen”, obra el milagro de trasladar por ósmosis parte de estos derechos al jinetero cubano, al menos mientras éste la acompaña.

El Estado cubano niega a su pueblo el ejercicio de derechos civiles, políticos y económicos tales como realizar por cuenta propia ciertos oficios y profesiones, impidiendo así el despliegue de la libre iniciativa económica. Frente a este drama cotidiano que frena el desarrollo de la creatividad personal y coarta la libertad, la población se enajena, encontrando en el sexo y la promiscuidad la única vía de escape a una situación social en avanzado estado de descomposición. Tal comportamiento, en no pocos casos, asegura la supervivencia de los cubanos frente a la crisis económica permanente.

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