Ya se ha producido la primera “mini-crisis”, para llamarla rápido y mal, en relación a la Antología Poética del Exilio que tenemos algunos en la mirilla. Es natural, y nadie debe alarmarse. Se producirán unas cuantas más, y de hecho hay posibilidades de que todo el proyecto se venga abajo. Pero no por ello debemos dejar de intentarlo. No hay peor gestión que la que no se hace, y esta constituye un reto formidable, sobre todo esperanzador.
Permítannos mencionar algunos puntos a debate:
-La temática de la Antología, si la hubiera. En este apartado, nuestra sugerencia es que lo poemas sean escogidos únicamente en base a su calidad o representatividad autoral.
-El concepto de exiliado. Si los poetas escogidos deberán haber nacido en Cuba y no residir permanentemente en Cuba. Detalles adicionales quedan pendientes de decisión.
-La extensión de los textos. Cuántos poemas o cuartillas por autor.
-Si la Antología sólo compilará poetas vivos, o si se aceptará 1959 como punto de partida para considerar exiliado a un poeta.
-El título definitivo de la Antología.
-Qué tipo de contrato editorial se prefiere, lo cual incluye desde la elección de una portada hasta los derechos de autor, la financiación, etcétera.
Para llegar a decidir todas estas cuestiones, y otras más que surgirán por el camino, creemos que primero deben elegirse grupos de coordinadores por áreas geográficas. Esto nos parece clave de cara a una experiencia transparente, democrática, abierta, inédita como la que nos ocupa. Por Miami, que puede servir como una especie de referencia piloto por su alta “densidad poética”, ya han aceptado ejercer de coordinadores Armando Álvarez Bravo, Joaquín Gálvez, Ignacio Granados, Heriberto Hernández, Rodolfo Martínez Sotomayor y Manuel Vázquez Portal, y la lista sigue abierta. A nosotros se nos ocurre, otra vez pensando en voz alta, que a mayor cantidad de coordinadores por área, mejor. ¿Por qué? Pues porque podrían ser los coordinadores (gente con un currículo ideal para este ejercicio, claro está) los encargados de decidir, en una votación final global, quiénes estarían en el libro y quiénes no. Luego nadie podría aducir que ha sido excluido por amiguismo o sectarismo, u otros ismos similares.
Si vamos a hacer algo, creemos que debe ser revolucionario en términos de relaciones públicas y de trabajo entre cubanos. Las suspicacias, las rencillas personales y los egos desbordados pintan poco o nada aquí. ¿Somos los cubanos, con nuestra fama de camorristas y problemáticos, capaces de llevar adelante una empresa de estas características? Esa es la gran pregunta.