por Ignacio T. Granados
Recientemente salió en Tumiami Blog un pequeño artículo con el título de El capitalismo tiene cura, que era sólo una pequeña reseña del ex presidente portugués Mario Soarez hablando sobre la actual crisis económica. La nota de Tumiami termina con una afirmación sensata, de que el mercado lo que necesita es regulación; pero hablar de una cura para el capitalismo es un lenguaje ambiguo, porque no aclara si se trata de una enfermedad o de un enfermo. Uno espera que se trate del capitalismo como enfermo, porque en realidad está aquejado de muchas corrupciones, como esas tergiversaciones de corte racional ilustrado que han terminado por distorsionar las relaciones básicas en que se constituye, las de mercado.
Ha sido el triunfo teórico del Neoliberalismo lo que exacerbó lo peor del Capitalismo, elevándolo a un código moral que nadie cumple; de modo que, como el llamado Socialismo Real, terminó como Saturno, comiéndose a sus propios hijos. Ha sido triste la evolución de las empresas, que en su crecimiento desmesurado asumieron responsabilidades ajenas a ellas, como es triste la expoliación de las empresas individuales por parte del Estado protector, con sus exigencias de licencias y permisos —a pagar— de todo tipo. Es tristísimo el chantaje de las instituciones culturales, que dicen ser altruistas, y es tristísima la competencia despiadada y desleal no por conseguir resultados, sino por esos resultados que se persiguen, y que nunca son la prosperidad real.
Pero en ese caso, probablemente la cura no esté en las regulaciones, como afirma el artículo en Tumiami, sino que estaría en una mayor liberalización, donde la gente pueda escabullirse de esa protección proveedora del Estado, que abraza como el oso. Si alguien piensa que eso es queja, va y tiene razón; pero el sentido es esa libertad que buscamos huyendo de donde lo daban todo, aunque ese todo fuera cada vez menos. El éxodo fue por la libertad y la posibilidad de iniciativa individual, no para suscribirse a discursos abstractos. Es entonces muy contradictorio que lo que se pida sea precisamente la anulación de esa iniciativa por un acogerse a la protección gubernamental.