Continuamos la serie de respuestas sobre la base de dos preguntas hechas a editores y escritores relacionados con, o que han visitado la Feria Internacional del Libro de Miami: ¿Cuál es su mayor virtud, y cuál su peor defecto?
Heriberto Hernández (editor, escritor y bloguero). Lo bueno, lo malo y lo feo:
Lo bueno: Lo mejor de esta y de cualquier feria de libros no son desde luego los libros, que ya pueden comprarse de miles de maneras alternativas, aunque parezca una contradicción. La posibilidad de encontrarse con los autores es el mayor atractivo de estos eventos. En ferias pasadas he tenido la oportunidad de volver a abrazar a muchos amigos dispersos por el mundo y conocer a otros, “amigos librescos” ya. Este es el saldo mayor. La importancia de que exista, y en esta ciudad, es algo sobre lo cual por obvio no quiero abundar.
Lo malo: Lo peor, a mi entender, es el poco seguimiento que se hace de los acontecimientos editoriales en el mundo hispano y, sobre todo, del trabajo editorial alternativo, tanto local como en el resto de la América hispana. La feria debería tener un grupo de productores que trabajen durante todo el año para contactar a los autores, editores y promotores o agentes literarios, e informarse a fin de extender invitaciones al evento que respondan a lo que realmente está ocurriendo. No deberían conformarse con la gestión que a modo personal o institucional decidan hacer los interesados.
Y lo feo: La alarmante orfandad de la poesía en el mundo editorial se refleja de un modo especial en la mayoría de los eventos comerciales de la industria, y en Miami no es diferente. Pero segregar al género madre de la literatura a ser leído en carpas y rincones de consuelo, como se hizo en la pasada edición, es algo que no admite más que nuestro rechazo.