por José Luis Sito
El próximo 13 de octubre, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, efectuará su primera visita oficial a Estados Unidos después de más de cinco años en el poder. Bush nunca quiso recibirlo, por incompatibilidad de carácter y de pensamiento. Aunque eran idénticos en algunas cosas: la incompetencia, la ineptitud y la incapacidad. Prueba de que el arte poético de la ruina lo ejercen tanto los zurdos como los mancos.
Una visita de alivio, de consuelo, de sosiego. En España ya se empieza a hablar de elecciones anticipadas, tan fantástico es el derrumbe ibérico. Imaginemos la amplitud del desastre: Hundimiento de la inversión, del consumo, de la producción y del empleo. Más de cuatro millones de parados, el doble de la media europea en porcentaje. Desde que existen las estadísticas en España nunca se había conocido un número tan enorme. El último récord es de 1994 y de otro zurdo, el que consiguió gracias al turismo mantener a flote la dictadura castrista: Felipe González. Hay tradiciones que no se pierden, ahora es Moratinos quien se ocupa de rescatar una dictadura en estado de descomposición avanzado. Las pocas familias del bunker castrista pueden agradecer a los izquierdistas españoles su colaboración.
Zapatero, sintiendo llegar el desprecio público, mueve los tacones en dirección al salvavidas Obama. Una buena maniobra mediática, con apretones de mano al presidente más carismático del mundo. La política postmoderna es una fina especialista de la distracción. Quizás sea el único talento que tengamos que reconocerle.
Es una visita donde Zapatero piensa recuperar algunas fuerzas. La Casa Blanca será el refugio de sus dolores de cabeza, su estación balnearia con sauna, baños calientes y fisioterapia. ¿Los americanos pondrán a disposición un masajista para las plantas de sus pies? Lo más cómico es que el mandatario español piensa subir cayendo tan bajo. Zapatero entra de lleno en el axioma: siempre son los que no pueden, los que quieren.