por Anonimón III de Alejandría
Cuando ocurrió el otro hecho, el innoble, su propósito era borrar la nobleza del primero; es decir, aquella libertad suprema de Thamacún, cuando los ingleses simularon abandonar La Habana, pero persistieron en un islote aislado. También cuando el segundo hecho, que para diferenciar llamaremos la Catástrofe, estaba ocurriendo otro gran salto; éste era la expansión de la pujante Habana hacia el Oeste, con ese horror de las élites por lo vulgar. La detención de este salto era pues el triunfo de la vulgaridad, pero no contaba con la astucia de Dios; esa materialización del acto en el hecho espiritual en que se recupera Thamacún, la nación perfecta que ya ocurre en el espíritu de los habaneros que añoran la colonización inglesa.
Este descubrimiento singular ocurre, como todo crecimiento espiritual, por causa de otra crisis; que fue el vencimiento de Westh Havana, nuestra colonia en Alejandría, por la vulgaridad de Nuevo Songo. Está claro que no se trataba de habaneros, sino de vulgares palestinos, son de Songo la Maya; siempre viene de allá la peste, del Este innoble que alimentó a la Catástrofe. No es de extrañar entonces este exceso suyo, en que pretende la grandeza del West, a donde huye presurosa la verdadera ciudad; donde yo, Anonimón III de Alejandría, descubro esta maravillosa cesta que pone Zeus a mis pies para que me alimente.
El artículo completo aquí