por Lucio Pau
“Somos anónimos. Puedes ser anónimo. Juntos podemos cambiar la sociedad”.
Eso es lo que asegura el grupo Whyweprotest, articulado en el Movimiento Anonimón, la espina dorsal de un “único y persiste fenómeno cultural” de la era internet que se define como “una colección de individuos unidos por las ideas”.
Como se explica en el sitio electrónico del movimiento (traducido a ocho idiomas, entre ellos el español, el lituano y el holandés) “somos tus hermanos y tus hermanas, tus padres y tus hijos, tus superiores y tus subordinados. Somos los ciudadanos preocupados que están junto a ti”.
El sitio sostiene que los anonimones “están en todos lados y en ninguna parte”, que “nuestra fuerza radica en nuestro número” y que “nuestra voluntad es la voluntad combinada de los individuos. Nuestra mayor ventaja es el conocimiento de los principios fundamentales que compartimos como individuos. Ese conocimiento es el fruto de nuestro anonimato”.
Los redactores del sitio electrónico, obviamente anónimos, aseveran que el Movimiento Anonimón ha dejado su huella en la sociedad al lograr el éxito en objetivos como “el cierre de un programa de radio de supremacistas blancos producido por Hal Turner y el procesamiento delictivo del pedófilo canadiense Chris Forcand”.
El más reciente proyecto de los anonimones tiene como blanco la Iglesia de la Cienciología, e incluso en una página electrónica de concursos para anonimones, Anoncontest, se ofrece un premio en metálico de hasta US$1.000 por videos que ridiculicen a esa denominación religiosa.
Según Whyweprotest, medios de prensa como The Toronto Sun y Global News han calificado al Movimiento Anonimón de “Grupo de Guardianes Cibernéticos”. Otros se han referido a los anonimones como “los cancerberos ocultos de la red” y “la conciencia crítica enmascarada del ciberespacio”.