google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Naturaleza del escorpión

jueves, 17 de diciembre de 2009

Naturaleza del escorpión

por José Luis Sito

Las últimas vociferaciones del representante del Dictador Máximo, su hermano Raúl, durante la reunión de los extremistas del ALBA en La Habana, demuestran una vez más la naturaleza del castrismo.

Lo fabricado por los castristas en Cuba es sinónimo de extremismo y de toma del poder por la fuerza y la violencia, por el crimen. El poder, para los hermanos Castro, se debe de tomar por asalto, asaltando los cuarteles o las urnas. Es un golpe contra el Estado, por las armas o por métodos electorales, que reproduce siempre la misma vía, la de la violencia y la fuerza bruta enraizada en el fanatismo y el terror.

El castrismo sólo “reflexiona” en términos de enemigo. Unos enemigos que hay que aniquilar, que exterminar: se trata de una limpieza social, de clase, ideológica. Pueden ser enemigos internos o externos. Durante el discurso del ALBA, el hermano dictador arremetió contra el “modelo económico dependiente, elitista y explotador” de Estados Unidos, llamando a una guerra total de las “fuerzas revolucionarias y progresistas” contra el Imperio.

No es una guerra simbólica ni imaginaria. Es un escenario de guerra real, de alianzas con dictaduras anti-occidentales como Irán, Corea del Norte, Rusia o antiguas repúblicas soviéticas, y amenazas contra países democráticos como Honduras o Colombia.

La naturaleza del castrismo volvió al galope, una vez disipada la angustia de la elección de Obama. Si el castrista fuera un régimen con un mínimo de lógica, hubiera emprendido el camino de la negociación que le propusieran en Washington, como lo hicieron antes los vietnamitas con Bill Clinton, los chinos en los años setenta con la administración de Nixon o los soviéticos en tiempos de Brezhnev. El régimen castrista hubiera tomado el camino del apaciguamiento, de la “entente”, del entendimiento, del diálogo que tan racionalmente propuso Obama. Pero se puede comprobar, una vez más, que sigue su naturaleza irracional, vehemente.

Orson Welles, en su deslumbrante película Mr. Arkadin, narra el cuento del escorpión. Un escorpión quiere atravesar un río, y entonces pide a una rana que lo ayude. No, le dice la rana, si te subo sobre mi espalda me picarás y el dardo de un escorpión es fatal. No hay ninguna lógica en todo esto, dice el escorpión, si te pico morirás y yo me ahogaré contigo. La rana, convencida, autoriza al escorpión a subir, pero llegados a la mitad del río siente un terrible sufrimiento y comprende que el escorpión la ha picado. ¿Lógica?, grita la rana aterrada mientras los dos se hunden, ¿dónde está la lógica en todo esto? Lo sé, dice el escorpión, pero no lo pude evitar: es mi naturaleza.

El castrismo es un escorpión.

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