por Tania C. Mastrapa
Las colecciones de arte en la Cuba pre-revolucionaria variaban en cuanto a tamaño y valor monetario, pero todas tenían sus dueños legítimos. En el año 1959 los revolucionarios mostraron su aversión por todo lo afiliado con la burguesía, incluyendo el arte. El nuevo régimen rápidamente se hizo de la propiedad de todos aquellos a los que se acusaba de estar relacionados con el gobierno de Fulgencio Batista. Las residencias y oficinas de estos se saquearon, y luego las propiedades de todos los que se exiliaron. Muchas obras se trasladaron al Museo de Bellas Artes, otras se vendieron en subastas a extranjeros, y algunas se continúan vendiendo a individuos a través de vías cuestionables. El desafío actual y del futuro es poder identificar y localizar el arte saqueado.
La terminología del saqueo se intercambia con frecuencia, pero toda llega a significar lo mismo: robar, saquear y confiscar. La última se intercambia erróneamente con expropiar, implicando que el gobierno ha pagado alguna compensación, lo cual no fue el caso en Cuba. Los nazis también saquearon las propiedades confiscadas de los que huyeron de su régimen. Aunque algunos dueños y herederos han conseguido recuperar sus obras perdidas en la Segunda Guerra Mundial, la búsqueda de muchas otras obras continúa. La falta de resolución a este tema se explica parcialmente por la cantidad de personas y entidades involucradas en el saqueo.
El saqueo inicial comienza con los gobiernos discípulos de ideologías que se apropian de las propiedades de supuestos criminales. Los soldados en tiempos de guerra, arqueólogos e inclusive turistas tienen acceso a los artefactos culturales. Los ladrones profesionales conciben y llevan a cabo operaciones complejas (y a veces sencillas) para robar el arte. Los evaluadores, las galerías de arte, los museos, las casas de subastas y los comerciantes de arte que reconocen el arte robado pero no lo reportan son, a fin de cuentas, colaboradores del saqueo. Los coleccionistas compran arte basado en la confianza que le tienen a sus consultores. Los abogados representan a los reclamantes y a los poseedores. Los bancos mantienen, conscientemente o no, arte robado en sus cámaras acorazadas y cajas de seguridad. Antiguos dueños y sus herederos contratan los servicios de detectives e investigadores de arte robado para localizar sus obras.
Dos de los investigadores más reconocidos son los alemanes Willi Korte y Clemens Toussaint. Dr. Korte es abogado e historiador y se especializa en los archivos militares de la Segunda Guerra Mundial. Él ha encontrado múltiples obras robadas, muchas devueltas a los sobrevivientes del Holocausto y sus herederos. Clemens Toussaint es historiador de arte y dice estar obsesionado con reconstruir las vidas de las víctimas y los criminales partícipes en el arte robado. Notablemente, otro historiador reconocido, Jonathan Petropoulos, cayó en desgracia cuando su socio fue acusado de amenazar a la heredera de la obra saqueada, Le Quais Malaquais et L'Institut. Las autoridades interceptaron comunicaciones entre los dos socios donde Petropoulos declaró que la heredera no podría recuperar la obra sin la ayuda de ellos.
Mari-Claudia Jiménez, abogada de Herrick, Feinstein, LLP, se especializa en el arte robado por los nazis. Jiménez aconseja que los que perdieron sus obras a manos del gobierno de Cuba tomen varios pasos para facilitar la posibilidad de reclamar y recuperar las piezas en el futuro. El antiguo dueño o sus herederos tienen que saber exactamente lo que buscan y, si es posible, proveer una foto familiar donde se demuestre la pieza. A veces los archivos gubernamentales, los catálogos y registros de galerías, y los libros de arte, tienen imágenes e información. Luego de identificar lo que buscan, los futuros reclamantes deben de inscribir sus piezas en el Art Loss Register o en Swiftfind, dos bases de datos de arte robado.
Uno de los casos de arte saqueado que más publicidad ha recibido es el de la familia Fanjul. Han logrado a través de su abogado, Shanker Singham, que el Departamento de Estado comience una investigación, de acuerdo con la Ley Helms-Burton, en contra del italo-argentino Bruno Scaioli, comerciante de arte, por traficar con el arte confiscado de los Fanjul. La casa de subasta Sotheby's llegó a un acuerdo con los Fanjul sobre cómo lidiar con su arte confiscado caso de que se encuentren con más piezas. Recientemente, el Museo Nacional del Prado expuso dos piezas de los Fanjul inscritas en el Art Loss Register desde el año 1993. Este caso demuestra las posibilidades de encontrar el arte saqueado por el gobierno de Cuba y los pasos legales que se pueden tomar.
Tania C. Mastrapa es fundadora de Mastrapa Consultants, firma basada en Miami que se dedica a los futuros reclamos de las propiedades confiscadas en Cuba y Venezuela. Cortesía Herencia Cultural Cubana.