por Claudia Cadelo
Mis amigos me preguntan pero yo no tengo respuesta, me aconsejan pero no los quiero escuchar, les explico pero me malinterpretan, me quieren pero no los puedo abrazar. Hemos sido la generación cero, la perdida, la Y, la post-revolución, hemos sido todas sin haber hecho nada.
Deberíamos ser el bloque monolítico que inmortalizaría una revolución hecha por mortales, sin embargo la densidad fue tan alta que terminamos explotando en átomos hacia todo el planeta: la generación Big Bang. Salimos disparados de un proyectil que ni siquiera fue nuestro: sin Culpa, sin Respuesta, sin Fe, los Hijos del Miedo y la Distancia.
Mis amigos y yo tratamos --Gmail sabe cuánto lo hemos intentado— pero terminamos diluidos en el cambio de siglo y la culpa… ¿Cristo, Fidel o el año Cero? Disertamos sobre la conciencia, el mercado y el fatalismo geográfico. Nadie sabe pero para nosotros –hijos de la desinformación— el mundo es teoría y especulación… ¿qué es la antítesis cuando la tesis no existe? Mis amigos y yo somos el universo personal, la vuelta a la subjetividad, a la introspección, a la experiencia de vida como sumun para el conocimiento. Nos entendemos a medias, nos toleramos con ternura y no nos ponemos de acuerdo porque, en el fondo, cada uno habla desde la irrisoria desesperación de sentirse el último cubano.
El artículo completo aquí