Introducción al PLAC
Desde siempre el mundo humano ha tendido a la socialización, es cuestión de conveniencias, y así nació la cosa pública, que referida a la ciudad, terminó siendo la política. Pero también desde siempre el ser humano ha pretendido violentar el curso de la evolución cultural; y estas son las horas en que no ha aprendido que con esa violencia sólo logra retardar el proceso inevitable de la integración. Es por eso que a personas con sentido común y de responsabilidad no les queda más remedio que refugiarse en su individualidad; es el único medio posible de oponerse a esa violencia, siquiera con la otra violencia de su respeto a la plenitud en términos más realistas. A la irresponsabilidad de los líderes arrogantes, ha de imponerse la responsabilidad del pragmatismo individual; y no hay medio mejor para ello que la democracia liberal, pero donde no sea el Estado quien vigile al individuo sino a la inversa: donde sea el individuo el que pare las ansias totalizadoras del Estado.
Un Partido Libertario Anarco Conservador va en esa dirección, el de la defensa del individuo; siquiera por ese convencimiento de que la sociedad sólo existe porque existen individuos que la forman. Sin individuos no hay sociedad posible. Por eso, la integración de las formas de producción, la regulación de las relaciones comerciales, todo, debe estar en función del individuo.
El colectivismo sólo puede dibujar un futuro supuestamente perfecto, pero no realizarlo a la medida de las necesidades concretas de quienes forman ese colectivo. Por eso depende de líderes que, humanos al fin, no desconocen la arrogancia ni ponen en segundo término sus intereses individuales, sino que adquieren el poder suficiente para poner a todos en función de ese interés exclusivamente suyo. Cristianos [católicos y protestantes], musulmanes, masones, comunistas, socialistas y neo-liberales, todos quieren el bien del prójimo, es decir, el bien según lo ven ellos, que es su propio bien; y por eso, incluso si son honestos, no por ello desconocen la locura totalitaria. La bitácora del Nuevo Humanismo no existe, porque es la que escribe cada uno con cada uno de sus días. La pertenencia al PLAC no es un compromiso moral sino existencial, y de cada uno consigo mismo.
El Humanista