A partir de Vidas Paralelas, obra insigne de Plutarco, y basándose en la capacidad de este erudito para recrear las vidas de hombres famosos del Mundo Antiguo, Enrique José Varona ruega al filósofo que provea a Cuba no de individuos extraordinarios, fuera de serie, sino de sujetos comunes y corrientes, sencillos y modestos pero, eso sí, responsables “súbditos de la ley”. Publicado el 19 de junio de 1904. Fuente: Cuba: Fundamentos de la democracia. Antología del pensamiento liberal cubano desde fines del siglo XVIII hasta fines del siglo XX (Fundación Liberal José Martí, Madrid, 1994):
Clarísimo Varón:
Me he decidido a escribirte, a ver si me socorres, y conmigo a mis conciudadanos, en la apretada necesidad en que nos encontramos. No te impacientes figurándote que se trata de que nos remitas algunas parejas de hombres egregios. No, […] por el contrario, aquí los tenemos a porrillo, hasta para exportar, y si hicieran falta algunas docenas, podemos cedértelos, con descuento sobre el precio de catálogo.
Yo, que me permito importunarte, vivo en una isla de la que no tuviste noticia. Esta isla tiene fama de fértil; y aunque no muy poblada, compensan sus habitantes la falta de cantidad con la sobra de calidad. Somos pocos, pero todos muy ilustres. Nuestra historia no es historia, sino epopeya. Nuestros hechos no son hechos, sino hazañas. Excepto la talla, todo en nosotros es grande, todo admirable, todo mayor de la ordinaria marca.
Como tú Plutarco eres perito en hombres, se me ha ocurrido acudir a tu ciencia; a ver si nos mandas unas cuantas remesas de individuos perfectamente mediocres. Por lo mismo que tu especialidad son los grandes hombres, has de saber distinguir a maravilla la gente común, la de poco más o menos, que es la que nos hace falta.
Queremos, buen Plutarco, hombres laboriosos, que no pregonen a todos los vientos su laboriosidad como virtud excelsa; gente que labre su huerta, y no crea que se le deben recompensas públicas por labrarla; que ame su patria, y no entienda que un sentimiento tan natural merece estatuas; que la defienda llegado el caso, sin esperar que se le consagre héroe por haber cumplido un deber rudimentario; que sirva con celo a la República, se vea recompensado por la prosperidad de que forma parte la suya, sin esperar que le paguen en privilegios lo que es deuda de todo ciudadano. No más que eso queremos; pero lo queremos con gran apremio, porque la carencia es mucha.
Si nos puedes servir, siquiera con algunas muestras, nos dejarás eternamente obligados.
Posdata. Después de todo dicen por ahí, y ya se decía en tu tiempo, que la ley sólo se ha hecho para los pequeños. Razón de más para procurar nosotros que venga esa remesa de hombres no grandes, no ilustres, no excelsos; sino modestos, pobres de espíritu, súbditos de la ley.
De la serie Pensamientos Cubanos, de Enrique Collazo