google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Contra el muro de rosas rojas

sábado, 6 de febrero de 2010

Contra el muro de rosas rojas

por José Luis Sito

Es inútil pensar el comunismo y todas sus variantes dictatoriales y totalitarias (no hablo del pensamiento de Marx), aunque filósofos y pensadores actuales intenten por todos los medios salvar lo insalvable por nostalgia, por cobardía sobre todo, en reuniones y coloquios enfurecidos. Están huérfanos de comunismo desde la caída del Muro de Berlín y les gustaría construir otro --tomar revancha—, pero post-moderno, post-comunista. Quizás levantar un muro no de cemento, sino de rosas rojas, esas que tienen buenas espinas.

Si el comunismo ha fracasado con la sangre y el terror, no es el caso de la democracia. Aquí podemos poner en paralelo los sistemas políticos, no los económicos. Es decir, lo que permite a una sociedad ser administrada, gobernada, lo que asienta al Estado de Derecho con sus libertades garantizadas. El comunismo, si lo comparamos con la democracia, es una demencia.

Ahora podemos echar un vistazo a cómo vivían las personas económicamente en los países socialisto-comunistas y cómo vivían y viven en los países democráticos. Esto nos lleva a la conclusión de que al comunismo y su sistema económico hay que destruirlos, mientras que el capitalismo, o la economía liberal, pueden ser mejorados.

Los que viven en una democracia representativa con economía liberal no viven en un paraíso terrenal. Pedirle a algún gobierno o sistema político que nos proporcione un paraíso terrenal es absurdo e increíblemente peligroso. Las consecuencias de intentar construir ese paraíso terrenal destruirían la ontología misma del ser humano, su núcleo indestructible, pero que se intentaría pulverizar para fabricar precisamente un hombre nuevo. Porque el hombre a secas, el hombre natural nacido de la naturaleza, no puede cumplir esos requisitos ideales, utópicos, inalcanzables.

Esto significa que podemos mejorar la democracia y podemos mejorar el sistema económico capitalista, pero no podemos mejorar la dictadura ni la economía comunistas, porque se consideran infalibles, guardianes de la verdad absoluta. Podemos mejorar el sistema, y hasta podemos inventar otras formas, pero nunca, jamás, a partir del comunismo, como nunca jamás podremos hacerlo a partir del fascismo y su corporativismo. El fascismo y el comunismo son hermanos gemelos en esos aspectos, y debemos apartarnos definitivamente de esos engendros del siglo XX.

Podemos construir el siglo XXI sin necesidad de recurrir a sistemas ideológicos criminales. El capitalismo, en algunas de sus manifestaciones, constituye una demencia y una barbarie, no cabe duda. La democracia no es el paradigma absoluto de la gobernabilidad. Pero a partir de estas dos soluciones encontradas podemos seguir avanzando hacia una sociedad mejor. Siempre teniendo en cuenta que nunca, jamás, será perfecta. Por lo menos en los próximos dos o tres millones de años; después, quizás, ya el ser humano sea otro. Aunque sigo dudando de que en ese futuro encuentre la perfección.

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