El amor no es una cosa de la mente. Y sólo cuando está de veras quieta la mente, que no espera nada, ni pide ni exige ni busca ni posee, cuando ya no tiene celos ni temor ni ansiedad, cuando está realmente en silencio, es posible el amor.
La razón de que no tengamos amor es porque las cosas de la mente han llenado nuestros corazones (celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito).
El amor sólo puede existir cuando está ausente el pensamiento del Yo y la libertad con respecto al Yo reside en el conocimiento propio. Así llega la comprensión.
El amor no tiene nada que ver con la sensación, que no es un medio para realizarse. El amor existe por sí mismo, sin ningún resultado.
Para la mayor parte de la gente, el amor está vinculado al sexo, el placer y todos los tormentos que los acompañan: celos, envidias, antagonismos. Uno ha de terminar con todo el conocimiento acumulado cada día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse a sí mismo... terminar con todo eso cada día, de modo que al día siguiente la mente esté joven y lozana. Una mente lozana nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia.
Una de las cosas extrañas relacionadas con el amor es que cualquier cosa que podamos hacer será correcta si amamos. Cuando hay amor, la acción es siempre correcta, en todas las circunstancias. Y cuando existe esa calidad del amor, hay compasión. La compasión implica pasión por todo.
Jiddu Krishnamurti