Es duro en Inglaterra. Es duro en toda Europa. Robinho, quien en su día fuera catalogado por el rey Pelé como “el sucesor”, regresa de la mano de éste al redil brasileño (al Santos concretamente) para mostrar su mejor fútbol de cara al Mundial de Sudáfrica. No cuajó en el Real Madrid, y en el Manchester City, como decimos los cubanos, estaba jugando banco. No basta con el genio en las capitales europeas, donde se juega el mejor balompié del mundo. También hay que ser productivo.