por Roberto Lozano
Una hipótesis creíble sobre la defenestración de Carlos Lage y Felipe Pérez-Roque es que ella fue consecuencia directa de sus comentarios no autorizados. Pero no los que hicieron en tono de burla contra Raúl Castro --si fuera por eso habría que destituir a media Cuba—, sino los que hicieron designando a Hugo Chávez como segundo presidente de Cuba después de Fidel, pasándole por encima a Raúl.
Esa sí fue una trasgresión grave, ya que representaba un peligro latente a la sucesión familiar establecida entre los hermanos Castro, además de constituir una afrenta a la soberanía de Cuba. Raúl Castro tiene que haber interpretado esas declaraciones de Lage y Pérez-Roque como el anuncio de lo que vendría después de la muerte de su hermano. Si esta hipótesis es correcta, entonces los defenestrados cometieron el error de enseñar sus cartas demasiado temprano, ignorando que estaban conspirando contra conspiradores profesionales. La decisión de Raúl fue racional. No tenía sentido esperar a que sus potenciales competidores forjaran alianzas con otros actores foráneos; quizás España también estaba detrás de la maniobra. Era mejor sacarlos de circulación preventivamente, como hizo Raúl.
Con la destitución de Lage y Pérez-Roque muere la idea de Cubazuela: Cuba como una posesión foránea del naciente imperio bolivariano, con Chávez como emperador. Es obvio que Raúl Castro y sus seguidores no le iban a entregar la Isla en bandeja de plata al chavismo. Es casi seguro que interpretaron la maniobra de Chávez y sus aliados, Lage y Pérez-Roque, como un intento de convertir a Cuba en una provincia de Venezuela después de la muerte de Fidel Castro. Por otra parte, tiene sentido que Chávez estuviese tratando de asegurar el futuro de su cuantiosa inversión. ¿Toda la plata que ha invertido en la Isla a cambio de qué?
Sin embargo, ahora parece tomar fuerza la opción de Venuba: Venezuela como una provincia externa del castrismo, o sea, la cubanización de Venezuela. Raúl Castro y sus generales saben que una revuelta generalizada en Venezuela, u otro Golpe de Estado que termine con el régimen, pondrían en peligro el mantenimiento de los subsidios. Cualquier nuevo gobierno en Caracas que reestructure la relación económica bilateral con Cuba a precios de mercado, o sencillamente envíe a los médicos cubanos de regreso y cierre las llaves de los pozos de petróleo, pondría a La Habana al borde del colapso financiero.
Por eso tiene sentido que el castrismo esté intentando penetrar al ejército venezolano, y a sus servicios de inteligencia, mediante el entrenamiento de soldados y oficiales en Cuba. Sobre todo, plantando personal de confianza en todas las instituciones claves, para asegurar la continuidad de los subsidios. Esta semana se dio a conocer la noticia en medios de prensa venezolanos de que Chávez había promovido a varios coroneles cubanos a posiciones de mando dentro su ejército, incluyendo la unidad blindada más poderosa del país.