por Luis Felipe Rojas
Que es lenta la conexión a Internet. Que hoy no venden tarjetas para los móviles porque la chica que las vende está de descanso. Que la socia que te daba una mano con los envíos furtivos tiene “la presión del agua” hasta el cuello y no quiere seguir. Que se acabaron los discos reescribibles en las tiendas en divisa. Que Holguín, y San Germán aún más, están muy lejos de La Habana, de América y del resto del mundo. Que el correo no funciona. Que nunca has visto una publicación impresa sobre nuevas tecnologías o el mundo de la blogósfera. Que te traían libros y como pesaban mucho quedaron sobre la mesita de trabajo del aduanero… ¡Ja! Que volvieron a subir de precio las memorias USB.
Ahí viene la Policía, escondes tu cámara. Cuando pasa la vuelves a sacar. Escribes un post y como han pasado dos semanas sin que lo hayas enviado, se puso viejo y los otros chicos inquietos te dieron alante. Este año no viene Martha de Holanda: ¡Adiós quemador de discos externo que me iba a traer! La Aduana volvió a gravar el precio de los equipos importados…
Se me derramó la sopa. Se fue la luz otra vez. No habrá agua en una semana. Suena el reguetón en los amplificadores de mi vecino. No salió el número de la ‘loto’ que apunté. Se fue Aroldis Chapman. Otra reflexión del Comandante en Jefe. Otra Mesa redonda. Me cayó una basurita en el ojo. Se volvió a parquear el carro de la policía frente a mi casa y dos policías políticos vienen a decirme que no puedo salir durante los tres días siguientes. Que no tengo fondos en mi teléfono para enviar un twitter diciendo que otra vez me citaron para el G-2. A veces me pongo que ni yo mismo me aguanto. Estoy retórico y sentimental.
Cortesía Cruzar las Alambradas