google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Sobre la tortura en Cuba

miércoles, 3 de marzo de 2010

Sobre la tortura en Cuba

por Armando Valladares

Yo estaba en las prisiones políticas de Cuba cuando diez de mis compañeros murieron en huelga de hambre. La muerte-asesinato de Orlando Zapata Tamayo ha conmovido el mundo. Los medios de comunicación internacionales -internet, sobre todo- hicieron posible que en pocos minutos la trágica noticia llegara a los más remotos rincones del planeta. No puedo evitar que se me agolpen los recuerdos tristes de tantos prisioneros que compartieron conmigo celdas y horrores.

Roberto López Chávez era casi un niño cuando se declaró en huelga de hambre en la prisión de Isla de Pinos, al sur de La Habana. Lo llevaron a las celdas de castigo. A los pocos días, le negaron el agua. La agonía de la muerte por sed no es comparable con ninguna otra forma de morir. Yo participé en muchas huelgas de hambre, pero no tuve valor para hacer una huelga de sed, porque vi los sufrimientos de mis compañeros: los labios se agrietan, se despellejan, la lengua se inflama... Era como si una hoguera los quemara por dentro. Roberto, en el suelo, delirando, pedía agua. ¡Agua! Entraron los guardias... En el suelo, el prisionero agonizante clamaba por un sorbo de agua.

- «¿Tienes sed?», preguntó uno de los escoltas. Entonces, todos abrieron las portañuelas de sus pantalones.

- «Toma meao». Y le orinaron en la cara, en la boca...

Roberto murió al día siguiente. La noticia de su fallecimiento tardó semanas en salir de aquella prisión.

El líder estudiantil universitario, Pedro Luis Boitel, también se declaró en huelga de hambre. Fidel Castro ordenó que le quitaran el agua y lo encerraron en un calabozo con instrucciones de no abrir hasta que muriera el prisionero. A los 53 días, la vida terminó para él.

¿Por qué se declaró en huelga Orlando Zapata Tamayo? No pedía que lo pusieran en libertad, no demandaba comodidades materiales mínimas. Sólo pedía, únicamente pedía, que no le dieran más golpes. Que terminaran las torturas. Sólo pedía eso: un humilde albañil negro que sólo pedía que no le golpearan más. Pero así como en las fábulas las bestias representan a los hombres, en la vida real hay hombres que representan a las bestias. Uno de éstos, estando ya Orlando en huelga, le propinó una paliza tal que tuvieron que intervenirlo para extraerle coágulos de sangre del cerebro.

El carcelero Filiberto Hernández le quitó el agua. Cada vez que los comunistas trataron de obligarlo a deponer su actitud, lo hacían a golpes. Golpeaban a un hombre que llevaba 60, 70, 80 días en huelga de hambre, postrado, agonizando, incapaz de poder levantar un brazo... El cadáver tenía todavía las marcas de los golpes en la espalda, en el pecho...

Una vocera del gobierno socialista de Zapatero declaró que la muerte de Orlando Zapata Tamayo no perjudicaría «la decisión del ejecutivo español de continuar su política de levantamiento de sanciones a Cuba por parte de los países de la Unión Europa». Quizá usen el mismo argumento del Gobierno de Felipe González, que decía: «España no tiene ninguna evidencia de que en Cuba se violen los derechos humanos».

Originalmente publicado en El Mundo

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