por Antonio Ramos Zúñiga
Lo verde o “green” –en inglés— se ha convertido en una opción de modernidad, eso que llaman “revolución verde”. Resume en la vivienda y el urbanismo la esencia de un modo de vida, más allá de la dieta vegetariana y el aire puro. Es el hábitat impregnado de ecología, la antítesis del smog, el aslfalto, la economía consumista y la crisis económica.
Cuando las señales del calentamiento global y el cambio climático son preocupantes y suben los precios y costos en todo, el paliativo puede asumir nuevos estándares anti-crisis: los productos con etiquetas verdes. Pueden ser papel sanitario, bolsas recicladas, comida orgánica, combustible natural, pero “vivir verde” más que todo identifica el ambiente habitado: casa y entorno. En lo menos que puede pensarse es en la vivencia silvestre, porque existen barrios de arquitectura verde inscrutados en la ciudad de concreto.
Hoy día, a las casas donde los moradores viven a sus anchas, disponen de recursos para ahorrar electricidad y agua, y disfrutan de aire limpio y lindos jardines, se les dice verdes, sostenibles o de alta eficiencia. A los diseños verdes más audaces tecnológicamente se les dice “edificios inteligentes”.
Ante los crecientes gastos que acarrea una casa (mantenimiento, hipoteca o renta, pagos por agua, electricidad, etcétera), sería menos dramático tener una casa verde, o aplicar una mentalidad verde. La arquitectura verde básicamente está enfocada a que el diseño tenga dos funciones primordiales interconexas: la interacción con la naturaleza y reducir los gastos –principalmente ahorrar energía—, lo que se logra con un diseño inteligente y fabricando con materiales reciclados baratos. Un modelo típico de casa verde autosuficiente tendría portales, fachadas con áreas verdes, patios interiores, ventilación natural, tragaluces, ventanas polarizadas, paneles solares térmicos para calentar el agua y fotovoltaicos (producción de electricidad), cortinas arbóreas exteriores para dar sombra, iluminación fluorescente automatizada, termostatos programables para controlar el aire acondicionado, uso de agua de pozo para regadíos y demás.
Debido a sus ventajas medioambientales y financieras, la arquitectura verde prolifera en el mundo, con ejemplos que van desde el modesto edificio hecho de materiales reciclados con huertas en la azotea hasta los asombrosos rascacielos hipereficientes con turbinas de viento, como el COR Building, de 40 pisos, diseñado para el Downtown de Miami. La torre ecológica Antilia de Mumbai, de 74 pisos, el fabuloso BMW Welt de Munich y el supereficiente rascacielo DuBiotech de Dubai, así como el Eco City, barrio ecológico de Hamburgo, son diseños que resumen el alcance futurista del “green way of life”. Estas estructuras aún son costosas, pero los asequibles modelos populares podrían constituir un gran respiro para aquellos que quieren vivir en oasis urbanos.