google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El exilio sensible

viernes, 21 de mayo de 2010

El exilio sensible

por Carlos Scholkow

Uno de los fenómenos más curiosos que refleja el exilio cubano, y del que poco se habla, es el de la sensibilidad a flor de piel. Me refiero a la capacidad para sensibilizarnos por cosas y ante situaciones que anteriormente, en Cuba, no nos arrancaban siquiera una mueca de contrariedad, o un gesto de aprobación. ¿O será únicamente una cuestión de madurez, del hecho de que nos ha tocado madurar –envejecer— en el exilio? Sinceramente, no creo.

No creo, porque no se trata sólo de sensibilidad ante las cosas “que dejamos atrás” o ante asuntos relacionados con la situación sociopolítica que atraviesa Cuba. Se trata, por ejemplo, de apreciar una puesta de sol o el espectáculo de un perro jugueteando con un niño, así de simple. En mi caso, he llegado incluso a sentir remordimiento de haber lanzado una colilla de cigarro por la ventana del auto, contra el asfalto sofocante… ¡Qué falta de civilidad! ¡Qué desconsideración con mis abnegados semejantes, los barrenderos de la ciudad, y con mis conciudadanos, los cada vez más raros, pero siempre omnipresentes, transeúntes!

También, por supuesto, esto de la sensibilidad a flor de piel tiene su lado negativo, ya sabemos que el cubano o no llega o se pasa. Por ejemplo, en su sensibilización extrema algunos blogueros exiliados han llegado al colmo de pretender proteger al lector de sus propios posts introduciendo el contenido de dichos posts, apretadamente, en sus títulos (parece un trabalenguas, pero no lo es). Así, leemos títulos por el estilo de éste: “La serenidad, generosidad y magnanimidad de Pedrito el Dentista ante la incómoda presencia del cadáver de Cheo Bermúdez y su relevancia histórica. Apuntes en torno al entierro de Cheo Bermúdez (primera parte)”. Y hasta nos hemos acostumbrado a ellos.

Lo dicho, el exilio nos sensibiliza. Entonces, a veces, más que no llegar, nos pasamos. En Cuba era otra cosa.

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