Ya está en el agua, y por lo tanto se moja, el último Submarino Amarillo (clic aquí). Esta vez, el quinto número de la revista de crítica literaria de EdItPar contiene, entre otros sustanciosos trabajos, Erótica en tres espejos, una incisiva reseña de Ignacio T. Granados a la novela de Armando Añel; Filosos versos de punta, del propio Añel sobre el más reciente poemario de Santiago Méndez Alpízar; Ojo de pez y otros relatos, nota de Rodolfo Martínez Sotomayor a la última propuesta de la Editorial Silueta, etcétera.Fragmento de Erótica en tres espejos. III- La épica:
“Como reflexión al fin y al cabo, la literatura de esta novela es poderosa y eficaz no sólo por su lenguaje, sino en su estructura misma, y en los recursos de ese lenguaje (…) Es por su alcance ontológico que Erótica es también una épica, aunque no una epopeya del héroe; es una condición ya dada, no una por alcanzar, y no es diferente del Nirvana búdico, o de la felicidad —que no la inocencia— adámica, un estado de conocimiento. Idamanda, como Eva, es la extensión que realiza a Richard del Monte [Eu-Eua]; éste no es, por tanto, el héroe clásico que se sobrepone al martirio, y que aún pervive en el antihéroe que es el héroe moderno; él es el no héroe, el Ser en sí [pasivo], de ahí su amor por Idamanda, que es así su país. Es por eso que esta novela no debería leerse en clave histórica, ni siquiera ética, de eso que pudimos o debimos ser: ello la afectaría en su alcance universal, porque los problemas de que habla Erótica no son propiamente cubanos —aunque lo cubano los exacerbe con su maldita excepcionalidad—, sino humanos. Temas como el de la diferencia, en el capítulo Apología de la curiosidad, toman lo supuestamente excepcional cubano, pero como un tópico; de ahí que eso cubano sirva como parámetro para la negación, quizás por su carácter exacerbado, pero que no es ni remotamente exclusivo como seña de identidad”.
