México, un equipo dubitativo –como casi siempre—, sin profundidad ni concierto, dejó escapar varias oportunidades en su primera parte contra Sudáfrica, durante la inauguración del Mundial de Fútbol 2010. Dos equipos arrítmicos. Los anfitriones marcaron primero con golazo de Tshabalala, en una contra eléctrica. El defensa Rafa Márquez apuntilló el empate luego de un magnífico control a boca de jarro sobre la portería africana. Un partido que puso en claro los escasos argumentos de ambas selecciones.
Después, Francia enseñó contra Uruguay un juego rocoso, enérgico pero sin luces (0-0). A diez minutos del final, los uruguayos se quedaron con diez hombres, pero ni aun así pudieron los galos penetrar el 2-4-4 de los celestes. Uruguay va a llegar a ninguna parte con su estrategia anestésica, encomendada a las esporádicas subidas de Diego Forlán, que no es Dios. Pero Francia debe mejorar mucho para colarse en semifinales.